lunes, 5 de marzo de 2018

Spedeizate!

Les suena este señor. Les tiene que sonar. Martin Schulze, se llama. Es el candidato, era el candidato del SPD, el partido socialdemócrata alemán en las pasadas elecciones alemanas de hace cinco meses. ¿Les suena su cara? Había tenido un cargo gordo en la Unión Europea. ¿No? Lo habían presentado como la alternativa, como la remontada de los socialdemócratas en toda Europa, después de unas cuantas rondas electorales de capa caída. ¿No? Se presentó diciendo y jurando por lo más sagrado que el partido socialdemócrata no iba a repetir la Gran Coalición con el partido conservador de Merkel. Vamos, que no iba a entregar los votos socialdemócratas a la derecha. Que no y que no. Pero los resultados electorales, bajos, nefastos, de los peores de la historia del SPD y las diferentes combinaciones, así como la presión para que haga lo que un partido responsable y español tiene que hacer, comienza a negociar con los conservadores un acuerdo de gobierno. Alcanzan un acuerdo finalmente. Y lo someten a votación entre sus militantes. De tal manera que más de la mitad de los militantes del SPD deciden (un 66%) aprobar de nuevo gobernar con la derecha. Y uno se pregunta cosas.
O sea. Tú votas a un partido, supuestamente de centro izquierda con todas las reservas que ya pueda tener uno hacia los socialdemócratas, perdón, hacia los partidos socialdemócratas o socialistas. Ese partido te ha prometido que no van a pactar con la derecha y que van a por todas. Ni así consiguen consolidarse como alternativa de gobierno. Acaban claudicando y de nuevo acceden a gobernar con la derecha. Pero no solo eso, es que sus propios militantes acaban asumiendo que eso es así. Que tienen que pactar con la derecha.
O yo no entiendo nada, o pasa lo siguiente: no hay gente de izquierdas. Es decir, podemos votar opciones que, por siglas, por tradición, etc, se nos presentan como de izquierdas. Confiamos en sindicatos, etc., pero luego... Es decir, tus propios militantes no aprueban lo que tú proponías: no pactar con la derecha siendo un partido de izquierda. Acabas pactando e incluso tus militantes lo ven bien. Que ya me imagino que la presión, que el poder, que... Entonces, a ver, en Alemania, si eres de izquierdas... votas a Die Linke que se llama la izquierda directamente y que tiene el estigma de ser 'los comunistas' y eso en Alemania es peor que ser... no sé. Y me figuro que Die Linke tiene un programa socialdemócrata, no mucho más allá. Y entonces. Entonces a lo mejor es que ya no hay mucho de socialdemocracia en ninguna parte.
Es decir, no hay mucho de, al menos, socialdemocracia. Socialismo. ¿Qué fue del socialismo? ¿Qué fue de todo aquello?
Una herramienta que tuvo su utilidad para frenar el empuje de los comunistas en la postguerra, Bla bla bla.
Esa herramienta ya no sirve para nada. Como mucho, para apuntalar gobiernos de derecha en caso de necesidad. Para nada más. Salvemos el caso de Portugal, donde los socialistas se tiran al monte y pactan un gobierno de izquierda. Se acabó. No hay más. Francia, Reino Unido, Italia... ¿España?
¿Qué pasa en España? ¿Cuál es el rollo? No hacer mucho. No levantar la voz. Estar de perfil. Aprovechar los últimos meses para hacer campaña con la chaqueta de pana y poco más. Y por lo demás no discutir mucho el grueso de las cosas. Nada más.
Eres socialista, socialdemócrata (ya, ya te veo, olvídate ahora del tema indepe, o no, no te olvides), y vas a poner tu confianza en quien va a alcanzar grandes consensos con quien te va a trinchar. Sin discutir nada, sin cambiar nada. Estando ahí.
Y mientras tanto la vida pasa. Y ahora toca hablar de feminismo y de pensiones. Y el feminismo muy bien y todo muy bien, pero a ver, salvo flores de papel y esas cosas, el feminismo... cuidado. Y las pensiones, a ver, claro, si, es una vergüenza, pero estaremos de acuerdo en que como ganen las elecciones y venga otro apretón de recortes, ya sabemos dónde van a mirar los socialistas.
Y así, mientras unos luchan por superar el desprestigio, los tiros en el pie, la revolución de foto antigua y la buena política que no conduce a una puñetera mierda, el fantasma que recorre Europa es el del fascismo. El de la política sin políticos. El de la política sin política.
Una política donde crece quien apela a lo más simple. Y así vamos.

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