martes, 21 de noviembre de 2017

Ponerse malo

No me gusta mucho hablar de mí. Me gustaba más inventarme historias, relatos en los que uno llegaba a un sitio y le pasaba algo y a lo mejor lo que le estaba pasando era nada. Pero no me salen. Me sale hablar de mí. Y la cago. No me encontraba bien, eso ya lo sabe todo el mundo. El sábado cogí frío. Dónde cogí frío, supongo que en el ensayo aquel en el que no había más que una estufa lejana, y no le dí importancia y a partir de ahí mal. Y luego ya fui campeando, sorteando, esquivando. El domingo, contra lo que viene a ser mi costumbre, no alterné. Ni fui a ver ese concierto tan chulo, ni me fui a tomar un vino pequeño burgués, ni me di un paseo proletario. Nada. No estaba de humor, no andaba fino. Y así fue paseando la tarde ante los ojos de uno para ir al fútbol. A un Athletic Villarreal que amenazaba con ser devastador y no fue devastador porque no me enteré casi de nada. Empezó el desastre. Nunca me había encontrado así.
Soy, desde pequeño, un moqueador constante. Siempre con mocos, siempre con el pañuelillo, siempre con los ojos llorosos, siempre resfriado, siempre, siempre siempre. Pero algo pasó el domingo. Recuerdo que barrí y fregué. No quiero pensar que le tenga alergia al Xampa ful con el que limpio el suelo. Sea como sea, viví una primera parte espantosa y una segunda parte horrible. Mocos, estornudos, mal. Volver a casa a eso de las once. Cenar algo. Mocos, estornudar.
Pero unos estornudos espantosos, terribles, con una violencia completa. Una violencia absoluta. Una violencia sin precedentes. Muchos estornudos, muy continuados. Viendo la tele. Intentando hacer ver que no pasa nada. La tertulia política, las fotos al documental sobre Canet Rock, no poder ni alburar hacer un instagram con esas fotos. Nada. No poder pensar. A la cama.
Estornudar en la cama. Sin freno. Violentamente. Todo el rato. Toda la noche. Recuerdo gritar incluso de rabia porque no podía parar. Mocos, muchos mocos. Fatal. Pañuelos y pañuelos. Un vaso de leche caliente con colacao y un paracetamol. Nada. Nada de nada.
Por la noche. Distintos sueños. Uno de los qués de ponerse malo es que sueñas cosas más raras. Por ejemplo. Estos días he soñado que dos artefactos, dos elementos extraños, como dos transformers rarísimos peleaban en el aire entre ellos. Pero no peleaban de manera normal como se pelea la gente. Estaban peleando y no sabía de dónde les salían los brazos o las armas o lo que tuvieran. Eran aparatos con nombre raro. Eran cosas muy raras. Y me daba la vuelta a un lado y a otro y no sabía cómo colocarme. Y no sudaba.
Cuando me meto en la cama y estoy malo y me tomo un sobre o me tomo un paracetamol, quiero sudar. Si sudo es bien. Si no sudo es raro. Y no sudaba. Tenía frío. Con los edredones, los nórdicos, con su puta madre y no sudaba. No he sudado. Solo un poco, muy poco, por la mañana.
Ayer no me pude levantar de la cama. Comí, me duché, me quedé un rato en el sofá. Se me caían los mocos mientras calentaba el caldo, mientras freía un poco de lomo, mientras cortaba el pan. Mocos, mocos por la mesa, mocos en el suelo, mocos en todas partes. Y estornudar como si tuviera que romper la pared. Como si tuviera que matar a alguien que viviera dentro de mí con esos estornudos.
Volví a la cama, pensaba que era el cumpleaños de mi madre y no la iba a ver. Ni podría hacer el meme de rigor de 'españoles, hoy es el cumpleaños de mi madre'. Me daba pereza mirar el móvil. Me daba miedo sacar un brazo. Esta mañana me daba miedo levantarme de la cama, miedo total, no quería, tenía frío, estaba calentito.
Mis ojos eran como dos globos, que decía la canción de pink floyd. Eso ha sido más esta mañana.
Otro sueño. Esta vez uno clásico, el de encontrarme con alguien por la calle y que me diga que van a un examen, que van a un examen que yo no... ostia, un examen y no tengo ni los apuntes ni nada y cómo voy a ir yo al examen si no... ostia, ostia, que no tengo ni los apuntes ni el libro ni nada y si yo ya tengo el título... me lo van a quitar. Pequeño burgués miedoso.
Otro sueño. Una especie de figura de humo. Este ha sido nuevo. Una figura como de humo que tenía brazos y que hacía el gesto de volar. Era un sueño bonito de esos sueños bonitos que le salen a uno de vez en cuando. Qué querrá decir. Qué querrán decir los sueños. Los sueños cuando tienes fiebre. Cuando estás malo. Pero no tenía fiebre, pero tenía fiebre.
Y me he levantado esta mañana y parece que no estoy tan malo, pero me hago el valiente porque tengo que currar y ya he puesto la cruz un día y no puedo ponerla dos. Todo el día en la cama. Y la cama parecía aguantarlo bien. Y los pañuelos no me han faltado. Me compré un jardín de pañuelos el sábado. O el domingo. No me acuerdo. Y ahora tengo pañuelos y pañuelitos dispersados por el suelo de toda la casa. Y el domingo me acabé el libro de la revolución rusa pero no pienso decir nada del libro porque entonces chafo la sorpresa.
Y me duelen los brazos. Y los ojos los tengo como así así, pero no me pican y eso me alegra porque solo faltaba que me liara a rascarme como si me los tuviera que sacar.
Dormir, dormir, todo el día durmiendo y con la radio de fondo.
Y no sé qué más puedo contar. Hoy en la biblioteca me daba el sol en la cara. Y alguien me ha dicho que si me da el sol en la cara puedo estornudar más. Pues lo que faltaba. Pero no. No ha sido así. Suerte.
Recuerdo, y esto es lo que quería contar de verdad, pero me voy y no paro, que una vez, hace muchos años, estando todavía en casa de mis padres me puse malo. Fue para estas fechas, creo. O más allá. El caso es que yo acababa de descubrir el Dioptria de Pau Riba. Y me lo puse unas mil quinientas veces aquella tarde noche. En el sofá, con el brasero, escuchando el disco, una y otra vez. Pau Riba otra vez. Y que además, estaba en una fase sonic youth también, con el disco A thousand lives.
Es posible que la música la escuche según el tiempo. El brasero, la música, los mocos, estornudar. Nunca he estornudado tanto ni tantas veces como el domingo por la noche y ayer. Con esa violencia. Qué me estará pasando. El frío. Este frío es diferente. No me quiero poner trágico pero este frío mío ahora no es normal. Frío. Miedo al frío.
No me gusta ponerme malo, no me gusta estar malo. Cómo está el toni, malo. Ahí va, malo. Enfermito. Malo. Eso no. Pequeño burgués con dolor de hombros no de cargar cosas, si no de frío. Malo. Caldo. Acuérdate de comprar caldo.
Gracias a los y a las que ayer me ofrecieron caldo. Algo positivo tuvo el día. Ahora toso y eso. Veremos.

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