miércoles, 6 de septiembre de 2017

Catalunya como España


Son estos momentos en los que el valiente opinador de todo ha de lanzar su teoría. Son estos momentos en los que el que participa de alguna manera en la vida política de su entorno, ha de decir algo. Son estos momentos en los que uno preferiría tenerlo todo tan claro como los que se abrazan a una verdad y solo a esa verdad y nada más que la verdad. Son estos momentos en los que uno no sabe. Pero no sabe de verdad. No sabe a qué juegan y a qué jugamos.
Hoy, mientras la vida en Santa Coloma transcurría con normalidad y con realidad virtual y mojada, en el Parlament se hacían cosas. Cosas de un jaleo impresionante. Cosas que te comentan mientras van pasando. Se está liando. Se ha liado. Parece que se han petado nosecuantas cosas y tiran para delante. Porque sí, porque es la voluntad del pueblo, el espíritu de la gente, el alma del demos. Y mientras estás hablando te están diciendo que los tuyos nosequé. Y preferirías no saber nada. Preferirías no saber. Por la tarde, mientras estás discutiendo qué postura tomar respecto a lo que está pasando y disfrutas de un debate interesante, no quieres saber. Pones el móvil lejos.
Pero hay que saber. Hay que saber que uno, cuando ha decidido dedicarle horas de su tiempo, bastantes a veces aunque no sea desde hace mucho, no es por esto. Era por otra cosa. Cuando tanta gente ha depositado su confianza en un espacio que parece una esperanza de alternativa al sistema, no quieren vernos haciendo esto. No quieren vernos así. No quieren que seamos parte del sistema, no quieren que seamos seguidistas de las ideas de otro, no quieren que estemos haciendo nada, no quieren que discutamos sobre terminología, quieren, supongo que quieren, que ofrezcamos esperanza contra el sistema. Lo estamos haciendo bien y se cagan, y se ríen cuando pasan estas cosas. Hoy no sé lo que ha cambiado, pero algo cambia. Escucho els Segadors y me pasa ya como con la bandera nacional.
Supongo que es mejor no opinar y esperar a ver qué dice la comisión, la coordinadora, la voz autorizada, el que sabe. Pero yo creo que hoy el Parlament ha aprobado algo que nos lleva el 1 de octubre a algo que no sabemos cómo se hará pero se hará. Y de aquí al 1 de octubre, si ya a muchos y muchas nos equiparan con los falangistas, no sé qué pueden decirnos. Y los verdaderos falangistas no dicen nada, no opinan, no saben, cuatro tópicos, las cuatro simplezas de siempre. Mi bandera, mi constitución, la ley, la maquinaria del Estado, la voluntad del pueblo, morir és no viure llutant. Hoy el Parlament ha decretado una democracia twitter, en breve, rápida. No apta para corazones sensibles, no apta para divas, no apta para gallos. Rápida, de asumir quién manda, de no discutir. No estamos preparados para eso.
Estamos tan asqueados con el PP, con el nadismo de Ciudadanos, con la oferta de poco del PSC, que nos abrazamos a cualquiera. Veo a algunos de los míos (sigo pensando que todos esos son de los míos, qué gilipollas), cantando Els Segadors y a otros no. Veo a Nuet abandonando el hemiciclo y a otros no. Y no sé quién se ríe más.
El 1 de octubre qué haremos. Votar, decidir, hablar, movilizarnos, qué será. Mientras escribo están firmando el decreto de convocatoria. Un veterano del Psuc y de CCOO hoy ha dicho en público que él hará lo contrario que Puigdemont, que si le dicen que vote que no, él no hará nada. Y contra el PP mil veces peor. Y es así. Y estás con él y estás ahí. Y te llamarán falangista. Y se mearán en la memoria de los republicanos. Y piensas que compañeros de muchas movidas piensas que en realidad tu abuelo no era de izquierdas, y que ser republicano ya no vale. Yo no quiero vivir en un Estado así. Yo no quiero vivir en ningún Estado que se parezca a España.
Quizás con esta frase podría acabar y titular. Catalunya se parece tanto a España que yo qué sé.

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