jueves, 5 de enero de 2017

Crónica de una Cabalgata sin estrella


Unas fotos en el Facebook, tres parapentes que medio se distinguen sobre el cielo colomense, indican que la cabalgata está en marcha. Hasta las seis y media no bajo a la calle, sabiendo que a esa hora todavía no ha llegado la cabalgata a mi barrio y que seguramente me limite a pasear por las calles, deambulando sin saber si voy a ver cómo llega la procesión a la plaza de la Vila o voy a conformarme con verla en la Avenida Santa Coloma. Me doy una vuelta hasta una administración de lotería y compro un número para el Niño, no tanto por hacer tiempo, como por hacer una promesa, y dirijo mis pasos hacia no sé dónde.
Cabalgata de Reyes. Los últimos años creo que hemos vivido unas cabalgatas bastante vistosas, más o menos espectaculares, con carrozas diversas, reyes anónimos o populares, y una participación bastante extensa de entidades ciudadanas. Y Yolanda Valero. La presencia de la bailarina colomense en la cabalgata ha pasado a ser uno de los motivos por los que la cabalgata era diferente. Fuera de bromas, a veces pareciera que la cabalgata no tenía por motivo saludar la presencia de los Magos de Oriente en nuestra ciudad, sino como mero preámbulo a la espectacular llegada de la carroza de Yolanda Valero a la plaza de la Vila, cual Elizabeth Taylor en Cleopatra. Recuerdos de otras cabalgatas, de mandar fotos de las carrozas, dónde estás, aquí, hay ambiente, está lleno, mira.
 Como quiera que por motivos de horario no me veía estando a la hora prevista en la plaza, he visto la cabalgata en el parc Europa, viendo las carrozas venir desde Singuerlin. Antes de llegar, la avenida Santa Coloma y la Francesc Maciá llenas de gente, como siempre. Y han ido apareciendo las carrozas, o los participantes en la cabalgata, porque carrozas creo que solo he visto las de los Reyes y una o dos más. No sabría decir. Detrás de una estrella azul hecha con globos y luces, una suerte de big band que abría la comitiva a ritmo de charanga. Unos caballos humanos que iban atropellando a la gente y pasando sus cascos por las cabezas de los viandantes, unos pastorcillos que tocaban el tambor abrigados por sus pellizas típicas, un muchacho que guiaba una rueda gigantesca de manera temeraria y confiada, un tronco que escondía el buzón de las cartas para los Reyes, unos figurantes con planetas y satélites en lugar de cabezas, y seguidamente las tres carrozas con los reyes Melchor, Gaspar y Baltasar. Normalmente, uno debería preocuparse por saber quiénes eran los Reyes Magos. Normalmente. Caras conocidas con chalecos amarillos.
Han pasado los tres Reyes, a lomos de unos camellos y elefantes articulados, muy curiosos. Detrás de ellos, los carboneros. Y detrás el ambulancia. Y detrás de ellos dos o tres camioncitos de esos de la limpieza. Y detrás nada más. No estaba Yolanda Valero. Guasón e inoportuno, me ha dado por señalar (pensando con los pies) que sin Yolanda Valero no había cabalgata. En fin. Sea como sea, lo que a veces criticamos, muchas veces se convierte en un elemento que, nos parezca más o menos exagerado, se convierte en un hecho distintivo. Cuando está, parece fuera de lugar. Cuando no está, nos parece que falta algo.
Sea como sea, la cabalgata ha pasado como un suspiro. A mi lado, unos zánganos y unas muchachas medio canturreaban las canciones de moda que sonaban. Me hago mayor, me incomoda estar al lado de gente más joven. Cuando ha acabado he dado un paseo de nuevo por la avenida, por la calle San Carlos, gente y gente por la calle. Qué pasión tenemos por estar en la calle, por ver gente, por saludar, por estar. Un niño o dos me han atropellado mientras jugaban despistados. Es lo que tiene el paseante, que molesta.
Pese a los esfuerzos institucionales, no he sabido concretar a quien me preguntaba por el itinerario. Un vino y a disfrutar del deporte rey. Hoy hemos ganado. Sufriendo. Mucho frío por la calle.
He sacado muchas fotos. Repasando, no hay ninguna buena. Me he abierto un Instagram, creo que no me va a servir más que para perder más tiempo, no he colgado ninguna foto. No he podido ver llegar la cabalgata a la plaza. Escuchar cómo se presenta cada carroza. Este año, y no quiero ser cenizo, me ha parecido especialmente sosa. Faltaba Yolanda Valero, sí, pero faltaba algo más.
Y se acaban las fiestas. Subiendo por la calle Sant Jeroni he mirado las luces navideñas y me ha dado pena. Se acaban las fiestas. Quitarán las luces mañana o pasado. Todo tan tópico, tan así. Otro año será mejor.

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