martes, 3 de enero de 2017

Cortina, empiezo.

Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, hoy vas a desear no haber abierto nunca el ordenador, no llevar nunca el móvil en la mano, no tener una tablet desde la que leer un algo antes de irte a dormir. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, hoy vas a desear que la curiosidad que te empuja todos los días a ver qué se le ha ocurrido al gafitas ese que va de nosequé, te llevase mejor a consultar otras páginas web en las que poder informarte sobre un proceso nuevo de convergencia entre diversas sensibilidades que se ven representadas en un arco, en un algo, algo que no sabemos lo que es, pero que ilusiona, o desasosiega, o provoca conflictos irresolubles, o chistes, o parábolas, o imágenes bíblicas. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, no te cuento lo que me parece a mí que con lo que hice ayer, hoy no esté muriéndome víctima de mi insolencia, de mi inconsciencia, de mi idiocia, de mi todo. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, vas a descubrir que lo que deseas, lo que más quieres en el mundo, puede que no tenga nada que ver con que sea 30 de diciembre o sea mañana 4 de enero, si no que tiene que ver con una puerta que existe detrás de la foto de Marx, que solo conoce quien posee la información y el conocimiento, y que de ella extrae lo que sabe y lo que sabrá. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, vas a tener que empezar a preparar una maleta con ropas de invierno y de verano a la vez, y no va a hacer falta el entretiempo, ni la primavera, ni el otoño, porque vas a vivir dos climas en un mismo día, y no se lo podrás contar a nadie, porque allá donde vas, no hay comunicación al uso, pero sí unos servicios médicos sin parangón en su entorno. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, vas a tener una impresión fortísima, porque lo que ayer sucedió tenía que ver con la desgana y el desnortamiento, con el desasosiego y la falta de estímulos, con lo que uno tiene como obligación, con lo que es una devoción, con las ganas de llegar a casa y poder decir algo sobre algo en un algo. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, no quieras saber lo que es la poesía, la poesía contemporánea, la poesía que no cantan los cantantes que a ti te gustan y que conoces de toda la vida porque son vecinos tuyos, de tu escalera. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, me parece más fascinante a mí que me digas que tienes la paciencia de leerte todos los días lo que escribo, no sé esperando qué, no sé adivinando qué, no sé si entreteniéndote, si divirtiéndote, si pasando el rato, si enervándote, si muriéndote de pena porque ese pobre muchacho se pasa el día escribiendo cosas sin sentido y lo de Isabel Pantoja ha sido la gota que ha colmado el vaso, si muriéndote de risa porque los intentos que hago de pertenecer a la clase pudiente, a los que chupan del bote, a los que tienen la silla, a los que gozan de derecho de pernada, son infructuosos, si preguntándote de dónde saco el tiempo, si preguntándote si pretendo hacerle gracia a alguien, si este texto es para ti. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, más extraño me parece que siendo la primera en decir que quieres marcharte eres la que está la primera en la puerta, con el frío pelón que hace, con el frío tremendo que hace, con el pelo tan corto, tan corto que te pareces a mí, que también me he cortado el pelo. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, imagínate lo raro que hubiera sido que en mitad de la calle hubiera aparecido un cordero al que le faltara una pierna, porque alguien hubiera entendido que lo de la pernada era real y se hubiera liado con los conceptos y lo hubiera puesto todo en manos de la providencia y te hubieras cabreado entonces de verdad. Si te pareció raro lo de ayer, querida compañera, imagínate que en mitad de la calle, con el frío que hacía, apareciera Marisol, Pepa Flores, cantando Háblame del mar marinero... y no me imagino la cara que pondrías al ver a Marisol, Pepa Flores, que también es comunista como tú, con los veintipocos años o treintaypocos años que tendría Marisol, Pepa Flores, entonces, cantando en mitad de la calle, con Antonio Gades al lado haciendo así con los brazos, con la nariz aguileña, la melenita esa que tienen todos los cantantes, perdón, los bailarines, los bailaores, que siempre tienen melena.
Si te pareció raro lo de ayer, quedida compañera, no quieras saber qué hay detrás de la cortina.

Para Tere.

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