miércoles, 12 de octubre de 2016

Crónica de un concierto de Snatam Kaur. ¿Somos Dios o no?

Para quien no la conozca, Snatam Kaur es según la definición que me proporcionan la Vir y la Eva, la ‘Michael Jackson’ del canto devocional. A partir de aquí, vamos viendo.
Hace unos meses, la Vir en una de esas que no recuerdo si fueron entre vinos o entre wasaps, lanzó el reto de que me invitaba a ir al concierto que Snatam Kaur iba a dar en Barcelona en octubre. La Vir y la Eva pensaban que algunas de nuestras canciones como eltoni, elpako y elchristian quizás pudieran parecerse a… imagínense, y me invitaba como digo a comprobar de primera mano el parecido y de paso vivir la experiencia de un concierto digamos que diferente a lo que habitualmente estoy acostumbrado. Fueron pasando los meses, el concierto llegaba y yo, sonsolillo, pensaba que todo estaba olvidado. El concierto ha sido ayer o hoy… vamos, que ha sido ya. Y he ido.
Cantos devocionales. Espiritualidad. Si no cuento lo de mi amiga P. esto quedará cojo. Mi amiga P. del pueblo vive la espiritualidad de una manera muy intensa. Desde hace muchos años ha decidido que su vida se va a guiar por preceptos diferentes tanto a los que se dicen católicos o cristianos en general como a los que nos consideramos ateos o agnósticos. Y hemos discutido mucho por eso. Porque yo hay muchos conceptos que no entiendo o que directamente discuto, me superan, no acepto. Y ella no acepta tampoco los míos. Y así vamos. Este año no la he visto en el pueblo y la he echado mucho de menos. Seguro, seguro que conoce a Snatam Kaur y me gustaría mucho que leyera esto y me dijera el qué. De hecho, he visto allí a una amiga suya, la A., pero no me he atrevido a decirle nada. Ya saben, no me atrevo.
Hoy, como digo, era el día del concierto y no sabía ni dónde era, ni la hora, ni nada. Iba absolutamente a la aventura. No quería saber, quería sorprenderme. El concierto era a las siete en el Auditori del Fòrum. Estaba la entrada llena a rebosar y mientras caía agua a manta, nos íbamos concentrando en la puerta para ir entrando. ¿Qué esperaba encontrarme allí? Una colección de hippies de todo tipo y condición, pero hippies al fin y al cabo. Melenas, rastas, vestidos tirados, bombachos de esos que lleva el Jonatan, melenas canosas, etc. Todo el repertorio. Pues no. Predominaba el tipo normal de persona normal, algunos hippies, es cierto, y mucha gente digamos… bien. Gente bien. Pero bastante. He visto gente de Santa Coloma también. Que no es que no seamos gente bien, me estoy refiriendo a otra cosa y creo que nos entendemos. Como me ha llamado la atención, a la salida se lo he comentado a Vir y Eva y me han dicho que también hay una corriente de espiritualidad entre gente de posibles ligada a ser feliz, estar bien, el mindfullness (esto lo pongo yo), etc. Mucha gente. El Auditori lleno, pero lleno lleno. En el escenario, una decoración austera, pero con unos jarroncitos con unas plantas, dos plataformas, una para el músico que toca la tabla y otra para la propia Snatam Kaur, en un extremo el guitarrista y en el otro la bajista. Un buda y un ornamento que desde donde estábamos nos ha costado definir qué era y luego iluminación de colores donde predominaban el amarillo, el violeta y el naranja.
El concierto. La música. Veamos. Presentemos primero a Snatam Kaur. Según la definición de su twitter, es una cantautora norteamericana crecida en la religión Sikh, especialista en Kundalini. De hecho, según me dicen mis amigas, el concierto lo plantea como una clase de kundalini, porque empieza con un canto de Om y acaba con uno dedicado a la energía de… ¿Qué tipo de música esperaba escuchar yo? Algo oriental. No esperaba ragas o algo así. Música oriental de esta que se hace mezclando cosas occidentales, pop y eso, con sitares y tal. No. No exactamente eso. Sí, me hubiera gustado. Pero no. La música era… suave. Suave, suave. Antes de cada canción, de cada mantra, la cantante presentaba qué es lo que teníamos (tenían) que cantar, los conceptos y comenzaba una música suave y repetitiva. Ella cantaba con una voz muy bonita y luego se unía el público. Todo muy suave, repitiendo todo el rato, una y otra vez. Las letras hablaban de la fuerza del maestro, de la energía, del empuje, de Dios. Mucho de Dios. Hasta a mis amigas les ha parecido demasiado. Una cosa es la luz, la energía, pensar que Dios puede estar en todas partes, pero otra es identificar tan claramente la figura de Dios. De un dios. Y a mí me gusta My Sweet Lord de George Harrison más de lo que sería recomendable, y le canta a Dios también, pero tiene ritmo y es en inglés, caramba, esto no. Snatam Kaur explicaba y cantaba a veces en un español macarrónico pero muy entendible, lo que ocurre es que quizás los conceptos de tan alto contenido religioso se pueden perder. Debate, etc.
¿Cómo se vive este concierto? No como los demás. Yo estaba de piernas cruzadas, con las manos cruzadas, aplaudía por cortesía… pero no. Debía estar con las pies en el suelo, la espalda recta, ojos cerrados, brazos estirados y palmas arriba y sintiendo la música y cantando. Ni de broma. Yo miraba y miraba. Miraba a unos que tenía a un lado. Un chico con moñete que luego se quitó el moñete (quitaros el moñete, va), con los ojos cerrados, otro que ni siquiera parecía estar despierto ni cuando acababan las canciones, chicas cantando igual y hablando a Dios y yo pensando qué hacen cantándole a Dios y mi cabeza no dejaba de bullir y de ver cosas raras para mí. Raras para alguien como yo, que no cree en Dios, que la religiosidad le parece un folclore que ayuda a socializar y a encontrar explicaciones a situaciones que la vida nos presenta. Raras para un ateo, para quien, aun conociendo y respetando, siente terror a escenas de mucha gente cantando cosas con Dios como protagonista. Y, ojo, mucho mejor un auditori cantando y bailando bajo el mantra ‘somos luz, somos amor, somos paz’, que una grada llena de croatas cantando ‘colgad a todos los serbios’. Claro.
Momentos destacables. Este, el de todos de pie cantando y bailando ‘somos luz, somos amor, somos paz’. Todos menos yo. Yo lo he grabado. No me lo acababa de creer. Y pensaba, esto en una iglesia católica o protestante, sería prácticamente igual, dónde está la diferencia. ¿Por qué esta es una religión presentable, de la que puedes hacer alarde y presumir y el cristianismo es carca? Debería ser todo igual, digo yo… pero digo yo, nada más. Segundo momento, una especie de nana en la que la madre bendice a su retoño y le dice que no se olvide en ningún momento de Dios. De alabarle y de rezarle, de recibir su néctar. Ojos como platos. Qué letra. Me deja bastante así. Dios. Dios. La madre, dice Kaur (kaur es el apellido de las mujeres sikhs y Singh el de los hombres), ha de ser consciente cuando tiene un hijo de que es divina y recordarlo siempre. Controversia. Me parece carca. Pero todo me parece carca y a lo mejor es que no lo entiendo. No lo sé. Tercer momento. Nos tenemos que dar la mano, sentados, y cantar a una persona fallecida. Yo cierro los ojos y me duermo. He caído. Me habían advertido de que no era difícil dormirse y yo me he hecho el fuerte lo que he podido. Pero ahí ya no he aguantado. Supongo que como no podía mover las manos me ha dado el desto y he caído. Creo que he soñado y todo. Y niños. Muchos niños llorando. Y venga barraqueras y niños llorando y padres con sus niños y niños con sus padres. Qué hartura.
Luego ha habido otros momentos, antes y después de canciones largas, otras más largas, iluminación bonita, voz bonita, coros de gente cantando muy bonito… pero blando. Muy blando. Música new age, sin fuerza, sin poderío, quizás buscado premeditadamente para que entraras en trance, en estado meditativo. El maldito mindfullness. El del moñete y barba se quitó el moñete y fue a bailar y volvió y se puso calcetines que no llevaba y me cayó mal.
Al acabar, Vir y Eva se han dado un abrazo muy sentido. Han llorado durante el concierto. Han estado abrazándose unos minutos. Una señora, la de al lado de Vir, que ha vivido el concierto de manera reglamentaria, ha perdido la paciencia con tanto abrazo y ha dicho ‘me dejáis pasar…’. En fin. Tanta luz, tanto amor, tanta sanación y no te ha durado el buen rollo ni medio minuto, maestra. Copón con la prisa. Y me he acordado mucho de P., de vivir en sociedad con estos referentes o apartarte, de aplicar en la vida estas enseñanzas, de P. con los brazos abierto bailando en la Piscina en las fiestas. Joder.
Y hemos venido hablando en el metro de religión, de Dios, de vibrar. De ser maravillosos en el egoísmo que todavía me tienen que explicar qué peras es eso. Y de cosas que yo no manejo, pero otra gente sí. Y no nos hemos comprado ningún cd ni ninguna camiseta de Snatam Kaur, porque no había. Y no he hecho la broma de Satán Kaur más de lo necesario.
Y que bueno, una cosa hecha. ¿Qué será lo siguiente?

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