jueves, 14 de julio de 2016

Aurora

Es un mundo nuevo. Un mundo diferente. Un mundo en el que hay palabras mágicas que nos ayudan a vivir mejor. Un mundo en el que los nombres tienen un sentido que va más allá de lo que significan en un primer momento. Es un mundo en el que las cosas ocurren si haces lo que no se espera. En Villastanza de Llorera he aprendido a que si quieres algo, no debes esperar a que suceda. Tampoco debes hacer nada para que suceda. Simplemente, en Villastanza de Llorera, las cosas dan vueltas en torno a una serie de circunstancias que han de darse para que todo camine a su ritmo.
Mi prima Aurora llamó a la puerta y me dijo que íbamos a dar un paseo por la noche. Que cogiera cuaro cosas, que me pusiera calzado cómodo, que iríamos por el campo. Entró en casa y saludó a mi madre. Le dijo 'Aurora, que cada día estás más guapa. Cómo se nota que te sienta bien el aire del pueblo. Voy a llevar a tu Antonio a dar una vuelta esta noche por el campo, para que vea que eso que está pensando todos los días, es de verdad'.
¿Necesitamos saber tanto? Me pregunto muchas veces si es necesario que sepamos de todo. Que alguien nos abra los ojos. ¿En qué nos beneficia a veces descubrir la verdad de las cosas? Millones de personas viven en la ignorancia, sin saber qué es lo que pasa, porqué pasa lo que pasa, quiénes son los que hacen las cosas, a qué se debe que el sol salga por las mañanas, porqué la electricidad hace que el aparato en el que estoy escribiendo funciona, porqué no podía yo dejar de pensar durante muchos años en una cara concreta, en una risa, en unos ojos, porqué el agua refresca si está fría y si está caliente parece que limpia más... son cosas que sabemos o no, que imaginamos una respuesta y nos vale. Pero siempre hay alguien que quiere que veamos la luz, que veamos su luz, que nos quiere decir algo que nos va a hacer mejores, que va a abrirnos un camino insospechado por el que nuestra vida transcurrirá feliz. O quizás, quiere hacernos daño, revelándonos algo que nos va a doler, que nos va a cerrar la boca del estómago, que nos va a llevar la mano en el pecho. Ven, que te tengo que contar una cosa. Coge tus cosas que vamos a dar un paseo por el campo esta noche, que te voy a enseñar una cosa.
En un momento, toda la vida puede cambiar. A mí me cambió cuando choqué con aquella señora tan guapa. Cuando aquella señora de belleza abrumadora, una belleza que no se te puede olvidar jamás, chocó contra mí. La veía muchas veces, como en sueños, por todas partes. No se me iba jamás de la cabeza. Mi madre, que acababa de despegarse de la pared y parecía encontrarse en un estado completamente normal, me vino a decir lo siguiente:
'En todas partes hay alguien que tiene una conexión especial con lo que pasa en lugares que no se encuentran aquí. Lo que no es tan normal es que haya un lugar en el que todo se encuentre de manera extrañamente anormal. Lo que no es tan sencillo de entender es que haya un espacio en el mapa que se encuentre fuera de la jurisdicción de lo entendible. En todas partes existen conectores con los mundos imposibles. En todas partes hay gente que tiene una visión. Gente que parece que mientras duerme es capaz de crear un mundo tan perfecto que parece real. Tan terrible que parece cierto. Lo que no es tan fácil de asimilar es que a veces uno cae en esos lugares pensando que son ficticios, que son pasajeros, que podemos salir de ellos de una manera fácil y sin problemas. Y muy posiblemente, nunca salgamos de ellos. Me alegro de que tu prima Aurora te enseñe de qué está hecho este lugar. Quizás no vuelvas nunca de ese paseo nocturno. Sea como sea, yo voy a limpiar la casa, que debe estar hecha un desastre después de todos estos días de...'.
Le dije que no tenía que preocuparse, que yo había ido apañando la casa más o menos mientras ella estaba pegada en la pared, al borde de la muerte misma.
Hice una bolsa con unos pantalones y una muda de ropa interior. Una chaqueta por si refrescaba en la madrugada. No me llevé demasiadas cosas más porque esperaba volver a casa antes de que amaneciera, no pensaba ni de lejos pasar la noche al raso.
Uno es bastante cobardón, la verdad.

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