miércoles, 6 de julio de 2016

Andrew Lickton

Mi primer Andrew Lickton lo encontré una tarde del mes de enero de 1982 en un encuentro de directores gerentes de empresas relacionadas con la logística, exportación e importación de cachivaches y cacharretes de diversa condición. Era una persona muy agradable que, después de un rato de charla relativa al negocio común, comenzó a hablarme de su vida allá en Gloucester. Pasamos unas horas muy entretenidas mientras me recordaba sus aventuras como comercial en la antigua Rodhesia y otras historias de vida. Fue muy divertido. De tal manera que me propuse, toda vez que mis negocios me lo permitían, buscar un nuevo Andrew Lickton.
Al segundo Andrew Lickton me lo tropecé en un Arsenal - Crystal Palace de 1983, no recuerdo bien la fecha, creo que debía se a principios de la temporada porque todavía hacía algo de calor. Estaba en el bar, buscando una cerveza como un desesperado, cuando un tipo al lado mío me lo tiró todo por encima. Se disculpó y me invitó a una cerveza. Comenzamos a hablar y me dijo que se llamaba Andrew Lickton, que trabajaba en una fábrica de la Ford, como supervisor de algo que no recuerdo y que era la primera vez que iba a un campo de fútbol, que era hincha del Crystal Palace y que le había tocado una entrada en un sorteo. El Arsenal ganó, me supo mal por él.
Con mi esposa y unos amigos, alquilamos un apartamento en Fuengirola, Málaga, y nos fuimos para allí quince días. Fueron unos días estupendos. Una noche en un pub de Marbella, nos juntamos con otros ingleses y uno de ellos me cayó especialmene bien. Se llamaba Stephen Frickland y me contó que tenían una casita preciosa en la Sierra de Grazalema, que venían todos los años y para confirmar la cifra exacta de años, consultó a su esposa. Una mujer estupenda, majísima, simpática, agradabilísima, que dejó de hablar con su hermana para unirse a nuestro grupo. Nos la presentó y dijo llamarse Andrew Lickton. Seguimos viéndonos durante los días que duró nuestra estancia allí y he de decir, ahora que han pasado los años, que despertó algo en mí y creo que yo también en ella. Vamos, que tuvimos un pequeño affaire.
Unos años después, en un encuentro de antiguos alumnos de la escuela de Stripponshire, unos cuantos quedamos en montar un viaje por América latina. Recorreríamos Argentina, Uruguay, Chile y Perú. En principio, la excusa sería la de explorar nuevas zonas de negocio, pero la realidad era que todos queríamos escapar de una vida un tanto anodina que por entonces empezaba a angustiarnos. El viaje por Argentina y Uruguay no tuvo mayor trascendencia, pero en Chile, mientras visitábamos Valparaíso, conocimos a una pareja de hippies que vivían en aquella ciudad desde 1966. Eran una pareja de hippies españoles muy mayores ya, algo sobados, tenían un hijo que no era hippie y que se presentó como Andrew Lickton. Era un chaval muy majo que nos guió por todo Chile. De hecho, no llegamos a ir a Perú.
El quinto Andrew Lickton soy yo.

1 comentario:

  1. Pues espere usted a ver al sexto. Ya verá, ya. Claro que nada comparable al séptimo.

    Feliz tarde

    Bisous

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