lunes, 25 de abril de 2016

Los del túnel

A lo largo de este relato puede que incurra en muchos de los tópicos que se dan en los textos que tienen que ver con lo que ocurre bajo nuestros pies, pero lo que cuento es absolutamente real y quisiera que me creyeran cuando les digo que los tópicos corresponden a la realidad. Y todo ocurrió ayer.
El relato comienza con un vulgar viaje en metro. Un amigo y yo habíamos pasado la mañana cogiendo frío en un campo de fútbol y debíamos ir a otro lugar donde nos esperaban para disfrutar de nuestra presencia mientras la vida pasa y el tiempo transcurre y un domingo se sucede a otro domingo y ni él ni yo parece que tengamos otra cosa que hacer que ocupar las horas muertas haciendo algo que nos indique que, efectivamente, estamos ahí y no en otro lugar. El viaje en metro no tiene ningún interés y son muchas las conversaciones que giran en torno a las cosas que hacemos para pasar el tiempo mientras que estamos en ese trance. Antes nos llevábamos un libro, luego nos enganchamos a los reproductores de música y en este momento padecemos por las coberturas en nuestros móviles, que nos mantienen en contacto con la vida o su sucedáneo analógico mientras viajamos. Pero al estar con este amigo, compartiendo espacio en un trayecto corto, a este se le ocurrió que mirásemos por la ventana. El viaje en esta línea es singular, porque te permite ver el túnel y en el túnel ves cosas.
Ves un túnel y no puedes dejar de hacer, si no te encuentras en un momento álgido de tu vivir, símiles con una vida oscura a la que no le ves una luz y todo eso. Eso lo piensas, pero no lo puedes compartir, porque tampoco te gustaría que tu amigo compartiese contigo reflexiones cortavenas. Cada uno es como es.
El viaje a través de ese túnel nos llevó a una conversación sobre el viaje en el túnel, a una reflexión sobre esa línea de metro, sobre el viaje sin un conductor, sobre diversos asuntos que nos llamaron la atención.
Uno de esos asuntos tenía que ver con las pintadas. A mi amigo le llamó la atención que hubiera pintadas en el metro. Yo no le dí mayor importancia, pero él insistió. Yo lo veía normal, en el metro, la gente se cuela, se introduce por los túneles. Pero esta línea es especial, aquí no es tan fácil colarse.. ¿cómo lo harán? No sabemos. Claro, tenía sentido su duda. Veíamos una pintada y unos cuantos metros más allá, otra pintada. A lo largo del viaje íbamos viendo diversas pintadas con nombres distintos. Yo iba haciendo comentarios de tono variado hasta que se me ocurrió que, posiblemente, hubiera tagueadores o taqueadores... ahí me detuve un momento intentando afinar con la palabra ideal, pero no me salía, me quedé con estas dos posibilidades y así se queda aquí. Decía que posiblemente, una figuración, hubiera empleados de las líneas de metro que fueran tagueadores o taqueadores y que estos fueran los que hicieran las pintadas.
Las pintadas no significaban nada, son firmas, no tenían ningún mensaje concreto. Pero ahí estaban. Yo, que no tengo más conocimientos sobre el tema, y mi amigo tampoco parecía ir más allá, pensé que, una vez llegásemos a nuestro destino, el asunto caería en el olvido. Y así, llegamos donde teníamos que llegar, hicimos lo que teníamos que hacer... pero a la hora de comer, cuando se propuso seguir con la diversión en otro lugar, recibí un mensaje en el móvil. Mediante la aplicación del Watsapp, que no del Telegram o del Facebook, alguien, un número desconocido al que sin embargo identificaba la imagen de una ovejita blanca, me decía 'Baja'.
Sin dudarlo ni un instante, supe que era alguien que quería que fuera al metro. Durante la charla con esos otros amigos y conocidos con los que compartí los momentos previos, no se hizo alusión al tema del metro, nadie habló de nada, pudo haber sido cualquier otra cosa. Y sin embargo, yo sabía que era...
Puse una excusa cualquiera para no tener que ir a comer con ellos y me fui a la parada del metro. No diré que iba deprisa, porque tenía algo de miedo.

1 comentario:

  1. Pues entonces la pintada sí que era un mensaje a descifrar. Igual daba la clave para la fecha del fin del mundo, o el número de la lotería, o tal vez los resultados de las próximas elecciones.

    Feliz tarde, monsieur

    Bisous

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