miércoles, 10 de febrero de 2016

Un post en el blog. La televisión de Proust

Cualquier cosa es susceptible de ocupar un espacio. Cualquier elemento puede servir para rellenar un día más. Una calle, una acera, un cable doblado, una cara. Una cara, de hecho, puede servir para llenar un tiempo infinito de entradas en el blog. De manera velada o de manera directa. Una cara y lo que hay detrás de una cara, puede servir de motivo para una obra literaria completa. De hecho, no creo que haya un motivo mejor.
Pero ayer ocurrió algo que me hizo desviar la atención. En un lugar insospechado, encontré esta televisión. Encontré mi televisión. Creo que fue la segunda televisión que entró en casa y si no me equivoco fue la primera televisión en color. Una Philips, y me van a perdonar por la publicidad, pero en mi casa éramos y somos muy maniáticos con las marcas. Somos muy maniáticos con todo. Quizás sea un problema que deberíamos estudiar. Esta televisión Philips sucedió a una televisión anterior cuya marca no recuerdo y fue sustituída por otra televisión que sin duda también fue Philips hasta que cometiendo un sacrilegio imperdonable, el año pasado compramos una Sony planita, nada del otro mundo, pero que significaba un significativo avance en cuanto a manejo de espacios y pesos.
El asunto es que ayer yo me encontré con mi televisión. ¿Cuántas veces han ido a la casa de alguien, a algún bar, a algún sitio, donde sea y se han encontrado con su televisión? Vamos a casas de gente y vemos la televisión y ya damos por sentado que esa televisión, ese modelo de televisión, no es como nuestra televisión ni tampoco como ninguna televisión que hayamos tenido. Pasa con las televisiones, con los dvd's, con los equipos de música, etc. El nuestro suele ser único. El modelo, no me estoy refiriendo a la marca, creo que casi nunca suele coincidir. Si alguien tiene un caso que contar, que lo haga, que estoy abierto al debate.
En mi casa solo entraban cosas Philips o derivadas de la Philips, marcas paralelas o similares, porque teníamos un tío, mi tito Paquito que vivía en Badalona, que trabajaba en la Philips y que, bueno, si había alguna cosa con algún golpe o algo así, pues tal. Eso pasó con las neveras, pero no creo que pasara con la tele. Philips es una marca de electrodomésticos, no es una marca especializada en equipos de música, eso nos dijo hace poco un dependiente en el Mediamarkt. Qué sabrá él. Intentando recordar, creo que lo de las televisiones no tenía que ver con mi tito Paquito. De hecho, el equipo de música fue Aiwa y todavía sigue siendo Aiwa. ¿Cuándo cambiarán de equipo de música? Lo compramos cuando tenía yo 14 años y necesitaba una doble pletina de manera desesperada para grabar las cintas de... que no podía grabar ya en el contestador automático. Qué pena.
Si se fijan en la imagen, la televisión tenía al lado del botón de encendido, un botón verde que se supone que daba un brillo especial a la imagen. Soviéticos como éramos, ese botón no se ecendió creo que jamás. Podría haber jodido el tubo de la imagen o algo. Ese era nuestro método para conservar las cosas. No apretar botones, no darle a nada. Si la tele venía así, así se quedaba. La televisión no tenía mando a distancia y esos botones que se ven alineados, de tanto apretarlos para cambiar de canal, se fueron fastidiando.
La solución. Los históricos palillos. De esos momentos estelares en la historia de la familia, cambiar de canal y fijar el botón con un palillo insertado en la ranura. Y el palillo puesto en el botón, para que no se fuera el canal. Si se fijan, había debajo una plaqueta que si apretabas aparecían los cambios de brillo, color, tono, etc, también la sintonización. Si estaba el palillo, para qué íbamos a resintonizar nada. Solo con el botón ya fundido o con el canal completamente inutilizado, cambiábamos el canal de botón y vuelta a empezar. En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
En aquel tiempo no había tantos canales como ahora.
Debajo de todo, había una plaquita pequeñita que escondía la salida para los auriculares. Creo que jamás la utilizamos. Con esta televisión fue con la primera que empezamos a jugar a la consola. ¿Cuánto tiempo nos duró esta televisión?
Lo que quisiera comentar especialmente es la casualidad. Que en un lugar insospechado, al que no pensaba ir, donde caí por casualidad, me encontré con esta televisión que me hizo pensar en el botón verde, en los palillos (mi hermano, al ver la foto fue lo primero que comentó), en lo que pesaba el muerto aquel...
Escribir sobre una televisión Philips antigua que te encuentras en un lugar que no esperas. Tus recuerdos, tu vida, cosas que la gente está esperando conocer. Mirando la pantalla con ojos tiernos, pensando, ay, quién pudiera conocer más cosas sobre el Toni. Y sobre todas las cosas Philips que tuvo y tiene. Ahora mismo estoy escuchando música con unos auriculares Philips. Un regalo. Philips. Cualquiera diría que me he vendido a la Philips. Igual es el primer paso para venderme del todo.

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