jueves, 11 de febrero de 2016

En la MIR. Drama (o comedia) intergaláctico/a #12 y final.

El espacio es infinito. Todo, prácticamente, si me paro a pensar de una manera fría y sin negatividad, todo es infinito. Pero el espacio es más infinito todavía. Mientras veíamos cómo se había largado Chovanek, cómo su figura se iba perdiendo en la oscuridad camino de ningún sitio, camino de ese lugar al que nosotros habíamos soñado ir (yo había soñado ir), nos dimos cuenta de que tendríamos muchas cosas que explicar. Yo quería hacerle algo a Chovanek. Le odiaba. El italiano le odiaba también. Podríamos haberle hecho algo. Estuve examinando qué había pasado con el choque entre los dos, pero por más que intenté repasar toda la secuencia, no conseguí ver de qué manera había podido pasar. Había sido él.
Él solito había decidido desconectarse de todo y largarse. Una forma de morir queriendo vivir. La verdad es que le envidié. Claro que le envidié, pero al mismo tiempo me acordaba del acojone que pasé cuando me dí cuenta de que Chovanek se había ido y que los demás... bueno. Fue todo muy confuso.
Y muy rápido. Una vez que todos estuvimos dentro de la base de nuevo, nos preguntamos qué habría podido pasar y no le encontramos explicación. O sí. Chovanek había dado muestras de que no andaba muy fino y entendimos que había decidido pirarse y emprender una nueva vida buscando la muerte.
Cuando los altos mandos de la misión volvieron a ver encendido el pilotito de 'encendido' para poder conectarse con nosotros, nos montaron el pollo que esperábamos pero corregido y aumentado. Volvió a ponerse el primer ministro ruso, el americano, y esta vez fue el Rey de España en persona el que me dijo que 'siempre tiene que haber uno que es más tonto que los demás y mira tú por dónde que el más tonto es español', Lo que pasa con las reprimendas es que pierden efecto si recibes más de una. El Rey me impresionó, pero bueno, estaba a miles y miles de kilómetros de distáncia, así que, bueno, que me esperase cuando bajase a la Tierra de nuevo.
Tuvimos que explicar lo de Chovanek, claro. No hubo nada que explicar, porque al parecer en todas las misisones dan por descontado que a uno se le va a ir la cabeza y va a hacer lo que hizo Chovanek. Que ese no era el problema, me dijo el Rey. El problema era la imagen de patio de colegio que habíamos dado. Que la mente humana es insondable, pero que la tontería se puede medir. Y que yo era el más tonto de todos. Que en lugar de estarme calladito y limitarme a no molestar, poco menos que había organizado una sublevación en el Espacio. Que cuando bajara, me iba a enterar. Bueno.
El resto del tiempo hasta que llegó el relevo fue bastante tranquilo. Hicimos nuestras cosas, los nuevos llegaron, todos rusos, y no nos dijeron ni hola ni adios. Recogimos las cosas y hicimos el viaje de regreso.
En Tierra, aterrizamos en un lugar de Rusia, nos llevaron a Baikonur, nos examinaron, unos militares nos echaron una bulla terrible y nos enviaron a cada uno a nuestro país. El italiano y la rusa se despidieron de una manera muy emotiva. Lo suyo había sido muy bonito pero tenía que acabar. El italiano luego me dijo que de eso nada, que había quedado en seguir viéndose con ella, que no pasaba nada. De hecho nos dimos los emails y quedamos en vernos alguna vez al año en algún lugar. Lo hicimos un par de veces.
La tercera vez que lo hicimos fue en un Restaurante de Amsterdam, hace un par de meses, antes de la Navidad. Quedábamos siempre en países distintos para obligarnos a todos a viajar. Primero fue en Londres, luego Lisboa, París...
Habíamos quedado a una hora en un restaurante del barrio Latino y el sueco fue el primero en llegar. Miento, el primero fui yo. Los años pasan y venía con una mujer rubia cogidos ambos de la mano. Me la presentó. Era sueca, era su mujer, que se había casado. Luego llegó la alemana, que no sé porqué me pareció mucho más guapa con el paso del tiempo. El italiano y la rusa llegaron por separado, pero todos sabíamos que eran pareja desde hacía tiempo.
Y luego llegó Chovanek. Y lo cojonudo es que a todos nos pareció normal. Estaba igual. Y no contó nada, el cabrón.

1 comentario:

  1. Bueno, pues ya me he leído el drama entero. Al final no ha sido drama, ¿eh?

    ResponderEliminar