jueves, 19 de noviembre de 2015

Paco Ibáñez en el Palau de la Música... pero es un Dios, cuidao con él.

Ella dice que su primer recuerdo consciente, como persona, como personita, es el de su padre cantándole canciones de Paco Ibañez antes de dormirse. Yo recuerdo a mi padre levantarse los fines de semana antes que nosotros, buscar los discos del armario, encender el tocadiscos, poner un disco de Paco Ibáñez. Mucho antes, me sentaban en el sofá y con dos años o menos, me ponían el disco de Paco Ibáñez en el Olympia y yo aplaudía con el público y gritaba 'paco, paco, paco'.
Ella dice que tiene la sensación de haber vivido un momento histórico, una especie de fin de época, que lo que hemos visto es algo que ya está fuera de tiempo, que lo que hemos visto ya no llama a la gente. Yo me voy con una sensación de tristeza, me acuerdo mucho de mis padres, veo a Paco Ibáñez algo mayor, bastante mayor, que tiene 81 años (cumple años mañana, como mi madre), y pasan cosas en el concierto que... ay. Ella dice que de ninguna manera, que hemos visto a una persona de 81 años que se ha cascado dos horas de concierto, subiendo y bajando la pierna de la silla, presentando las canciones, a los músicos, contestando a la gente del público que le interpelaba, que ya quisieran muchos con 81 hacer lo que hace Paco Ibáñez. Ella tiene razón, como siempre.
Concierto de Paco Ibáñez en el Palau de la Música. Un concierto en este recinto supone un problema. Según la entrada que compres, ves o no ves el concierto. Y eso, que parece una tontería, es básico para disfrutar del momento. Si no lo ves bien, te pasas el rato moviendo la cabeza arriba y abajo, en el quicio del asiento como las gallinas, pero el recinto es tan poderoso, la decoración es tan bestia, que no hay quien se niegue a ir. Paco Ibáñez, para ella, para mi, y para todos los que vamos al concierto, es parte de nuestra vida. Para algunos, la banda sonora de su vida, de su lucha, de su épica particular de un tiempo de cambios o de esperanza de cambios. Para otros, el deseo de continuar el trabajo de sus padres, de reivindicar su memoria. Para muchos, un desconocido, un zumbao que habla de cosas que ya no interesan, que musica poemas que nadie sabe de dónde salen, que ya está mayor.
Hay una buena entrada en el Palau de la Música, no está lleno a reventar, pero hay gente. Yo voy con miedo. Ella no lo sabe, pero cuando compramos las entradas pienso que igual está muy mayor, que está pasado, tronado, algo. Ella sí lo sabe, porque se lo cuento, tengo miedo de que cante muchas canciones que no conozco. Yo conozco las del Olympia, las de Flor de Tiempo, las del disco de Brassens... y las de un disco más o menos reciente que compró mi padre y del que nos reíamos, porque escuchábamos cantar 'Córndoba, lejana y sola...', y a mi padre no le hacía gracia. 'Dice córdoba!'. Tengo miedo de ponerme triste, demasiado triste.
Entramos, nos sentamos, vamos a ver lo justo. Un recitado con la voz de Goytisolo nos saluda. Empieza el concierto y Paco Ibáñez recuerda a Francia y los atentados. Dedica la canción Nocturno a Francia. Nocturno salía en el Olympia, no me la sé, pero la recuerdo. Es una canción bonita y dura. Sigue el concierto y va a cantar una canción en la que, en la presentación, cita a Alberti. Presenta 'Balada del que nunca fue a Granada'. La canción que suena no es esa, vuelve a ser Nocturno. Sigue la canción, termina la canción, abreviada. Todo el mundo aplaude. Paco Ibáñez hace como si nada. No ha pasado nada. Paco Ibáñez es un Dios y puede cantar la canción que le da la gana. Las veces que quiera.
El grueso del repertorio son canciones que conozco. Canta incluso un par de canciones con poemas del Arcipreste de Hita que me chiflan. La de lo que puede le dinero y Aristóteles lo dijo. Cuando anuncia esta, aplaudo yo solo. No canta la de Pitas Payas. Pero canta muchas canciones que me tocan la patata. La del Pastor, bueno, una de las que tiene de romances de pastores que terminan mal. De vez en cuando van saliendo músicos, un guitarra, un bajo, un acordeonista y un saxo que van acompañándole en algunas canciones. Solo al final saldrán todos juntos.
El concierto está muy bien. Son sus canciones más conocidas, las más emocionantes, no canta ninguna del disco a Brassens pero canta una al final de Brassens. Canta la del Soldadito Boliviano, por ejemplo. Yo de pequeño escuchaba esta canción como si fuera infantil. Y cuando decía lo de 'has matado al ché guevara...', me sorprendía. Muchos saben que soy un chuflas. Que hago mucha bufa con esto de las camisetas del Ché, con el poster del Ché, con lo antiguo que es seguir con el Ché a cuestas... cuando sonó esta canción ayer, no lloré de milagro. No lo cuento todo, guardo cosas para escribir aquí. Canciones con poemas de Lorca, de Alberti, de Guillén, de Celaya. Canta la Poesía es un arma cargada de futuro y se te encoge el estómago. Estamos tocando el fondo. Han pasado mil años desde que este hombre canta estas canciones y... lo voy a decir:
Estas canciones suenan igual de actuales que cuando fueron pensadas.
Da igual si son las del Arcipreste, que las de Goytisolo. Son temas que no hemos arreglado, que no hemos sabido poner patas arriba la sociedad para que el dinero deje de mandar, para que la soledad no nos empuje al abismo, para sentirnos parte de una comunidad de iguales que nos valore o que no nos valore, pero que nos deje vivir tranquilos. Hay canciones que están a punto de hacerme llorar de verdad, pero no se lo digo. Canta la del caballito negro, donde llevas tu jinete muerto, pero no canta Andaluces de Jaén. Canta la del cuento del mundo al revés, no canta la Lechera, canta Palabras para Julia, no canta Es amarga la verdad. Canta a Galopar, pero no canta La Mala reputación. Trufa el concierto con canciones en gallego, en euskera, en francés, con una versión de Atahualpa Yupanqui. Final.
Nos vamos. Ella dice que ha sido emocionante. Yo cuento que me alegro de haber venido. Que me he acordado de las veces que veía anunciado a Javier Krahe y pensaba 'ya lo irás a ver'. Ella dice que tiene la sensación de haber vivido algo que ya no es. Que ya no interesa. Yo creo que tiene razón, como siempre.
Pero Paco Ibáñez es un dios, cuidao con él.

1 comentario:

  1. Cuando yo era pequeña también me ponían a Paco Ibáñez. Y a la Mandrágora.

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