miércoles, 26 de agosto de 2015

Una movida nietzscheana

Teníamos un amigo al que le llamánamos Niche. Se creía Dios, Era tan tópico que nos caía bien. Venía a vernos y nos contaba que si la muerte de la humanidad, que si el fin de las nosecuantas. No le prestábamos mucha atención. Yo me quedaba nada más que con dos o tres cosas que decía cuando llegaba, y con que se parecía a Nietzsche. Lo conocimos a través de una chica que se llamaba Ish y que había coincidido con él en el colegio. Se apuntó a nuestras reuniones y nos hicimos amigos todos. Se le fue poniendo cara de loco con el tiempo. Un día vino vestido de Superman. Tenía esos puntos.

Niche tenía puntazos. Una vez dijo que iba a matar a Dios. Lo que vino a explicar después ya no tuvo interés. No abundó en cómo iba a matar a Dios. Yo sabía que él se creía Dios y me asusté. Estuvo varios días sin venir. Luego cogí un gripazo y estuve fuera de circulación durante unas semanas. Cuando volví, me dijeron que estaba haciendo demasiado frío para la época del año en la que estábamos. El tiempo volvió a mejorar. Niche volvió diciendo que había estado a punto de conseguirlo, pero que al final le había faltado valor.

Un día, con el traje de Superman puesto, se levantó de la mesa y se fue a un rincón. Miraba fíjamente a la pared. Estuvo así, concentrado, mirando hacia la pared como una hora. Los demás hablábamos. Al cabo de una hora, no aguanté más y le pregunté qué hacía. No me contestó. Tampoco necesitaba yo una respuesta muy concreta, solo quería pegar la hebra con él. No dijo nada. Se fue. Al día siguiente vino vestido normal y me comentó que sin el traje también era capaz de atravesar las paredes con la mirada. Que ser Superman no es cuestión de traje.

Niche tenía dos hijos, uno se llamaba Mozart y el otro Strauss. Uno ya estaba casi en la universidad. Nunca le pregutamos, pero un día yo me lancé y le inquirí sobre el porqué de los nombres y que porqué no le había puesto a alguno Wagner. Me miró como si fuera gilipollas.

Nunca conocimos a la mujer de Niche. No venía. Decían que era una persona muy reconcentrada, que no salía casi de casa, que tenía problemas. Un día Niche nos dijo que se había separado, que su mujer le había dicho que ya no aguantaba más, que quería vivir. A todos nos entró la duda sobre quién era el que tenía problemas de los dos. Ish, que tenía más relación con Niche, se puso muy colorada y dijo así como sin salirle la voz del cuerpo, que no es que uno de los dos estuvier mejor o peor... yo creo que Ish era la mujer de Niche y que ninguno de los dos quería que se supiera. Tengo mucha imaginación, pero peor es vestirse de Superman y creérselo.

El dueño del bar le preguntó a Niche que porqué no se dejaba bigote, como Nietzsche. El dueño del bar se llamaba Rosendo y tenía el bar lleno de fotos de Rosendo. El bar se llamaba Rosendo. Rosendo intentaba vendernos la moto de que era familia de Rosendo, pero no era verdad. Niche le dijo que no lo había pensado, que le daba pereza, que no se veía, pero que claro... hicieron muy buena amistad. Cómo sería que Rosendo puso una foto de Nietzsche en el bar y todo.

Fuimos a una romería, porque nos invitó el presidente de una hermandad. Estábamos en el campo y Niche abrió una mochila que llevaba y se puso el traje de Superman. Se subió a un árbol y saltó. Se rompió la columna vertebral pero se curó milagrosamente. Cuando volvió a venir, Niche comentó que quería romper su relación con Dios definitivamente, en su propio terreno y que no había podido. Que Dios era más fuerte. Pregunté porque yo pensaba que Niche se creía Dios y me dijeron que no. Que no estaba pendiente. Que él lo que quería era matar a Dios. Que ya me valía.

2 comentarios:

  1. Oiga Tolya, ahora que me fijo, si se deja crecer el bigote un poco... se va a parecer a Niche. Más lo de hablar con Baal y tal...

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