martes, 14 de julio de 2015

Gorteza

En todos los grupos humanos hay quien es más listo y quien es más torpe. Quien atiende y quien entiende, también quien no consigue coger los conceptos y quien pasa de todo. Los grupos humanos son eso, diversos, plurales. Hay quien sabe hacer las cosas, quien espera a que se las hagan, quien cierra los ojos pensando en que nadie va a verles. Gorteza decidió hace tiempo cerrar los ojos ante la vida y que fuera más importante lo que no estaba que lo tangible. Rípodas decidió hace tiempo escuchar una voz que le empujaba al desastre y no pensar mucho más que en matar y morir. Estevita Darién sabe que gobierna una parte del universo desde un punto cercano a Villastanza de Llorera y poco más. Todo el mundo sabe algo. Gorteza, y todos lo sabemos o lo hemos estado pensando hasta este mismo momento, alberga la esperanza de que todo sea un sueño. Qué recurso tan genial. Al final todo es un sueño. Gorteza sueña en cada episodio, en cada página, en cada momento de la narración. ¿Por qué no va a estar soñando ahora también? El contacto de la navaja atravesando los primeros tejidos de su cabeza le hace sentir algo que no ha sentido nunca. La muerte está cerca. Y está sobreviniendo sin más. Y la muerte de Gorteza es inevitable porque ya la navaja ha atravesado tres milímetros de su cabeza, por la parte de arriba, no por el frontal, sino por la meseta de arriba. Rípodas parece algo más alto que Gorteza y si a eso le sumamos que gasta unos remos considerables, puede permitirse el lujo de acometer la acción de partir el cráneo de Gorteza de esta manera. Desde arriba. El acero lleva ya medio centímetro dentro del cráneo de Gorteza y este ha dejado de hacer cábalas sobre si es un sueño o qué pasa aquí. No hay nada que hacer. La cabeza de Gorteza está comenzando a abrirse. Y se oye un rumor en la calle. Un rumor de gente. Mucha gente. Ni Rípodas ni Gorteza están en condiciones de asomarse a la calle para ver qué ocurre, pero el ruido de gente es cada vez mayor. Ellos, ni Gorteza ni Rípodas, pueden en este momento ponerse al teléfono, quizás un poco más tarde. Ellos, ahora mismo, no saben que en la calle, por todo el pueblo de Villastanza de Llorera, están surgiendo decenas, centenares, miles de personas y de personajes. Gorteza está empezando a sentir que su cabeza se está abriendo. Seis milímetros de cabeza abierta así desde arriba. Rípodas está haciendo fuerza, la fuerza justa para que la navaja entre de manera limpia, sin que haya que proceder a... la calle, el pueblo está lleno de gente. Es una gente muy diversa y muy plural. Es un conjunto de seres humanos inabarcable. Villastanza de Llorera debe ser enorme para poder dar cabida a tantísima gente. Son personas tan increíblemente extrañas que parecen surgidas de la mente de alguien. Y al final tienes que decirlo todo.

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