viernes, 12 de junio de 2015

Gorteza

Nadie sabe lo que es morirse, porque no hay nadie que se haya muerto y lo cuente luego. Nadie lo sabe, por muy así que nos pongamos. Dicen que si se ve una luz, que es como entrar en un túnel... paparruchas. Eso no es estar muerto. Gorteza tuvo miedo. Cuando volvió a abrir los ojos, creyó que se había muerto. Cerró los ojos y se quedó con media ñoña muy extraña. Quería volver a ver la Aurora Boreal y no pudo. En su lugar tuvo un sueño extraño. Unos hombres jugaban a las cartas en un bar de su pueblo, en su terraza. Uno de esos hombres era el propio Gorteza, y Gorteza nunca jugaba a nada. Otro de los que estaban allí se parecía vagamente al hombre que había visto en la puerta de su casa. Se parecía a Rípodas. En cuanto a los otros dos hombres, uno tenía rostro de mujer. Extraño que un hombre tuviera un rostro de fémina, pero sí era. Jugaban y el que tenía rostro de mujer no dejaba de hablar ni un instante. Gorteza y Rípodas iban jugando y a veces ganaban o perdían. El cuarto en discordia, miraba la partida desde la distancia. Nadie le preguntaba porqué no jugaba. Gorteza en un momento, creyó que iba a ganar de forma absoluta. Son cosas que pasan en los sueños, que tienes a veces la sensación de que algo muy importante, lo más importante de todo, va a pasar y estás a la espectativa. A veces es bueno, a veces es algo muy malo. Gorteza pensaba que iba a ganar. En ese momento sueles despertar, pero eso no ocurrió, porque cuando la mano iba a concluir, el que no decía nada y no jugaba, dijo lo siguiente: 'terminar pronto, que os tengo que matar a los tres'. Gorteza, sin saber porqué, le contestó que si, que ya les quedaba poco. Se sorprendió de la poca importancia que le daba a lo que aquel acababa de decir. Y entonces Rípodas, que llevaba una mano muy mala (no sabemos a lo que estaban jugando), dijo que 'no vayas de listo, que los muertos no hablan'. Y el que no decía nada, desapareció. Se desvaneció. Esto despertó a Gorteza. Llamaban a su puerta. Era la policía. Venían a preguntarle porque sabían que Gorteza había sido uno de los últimos clientes del peluquero muerto. Gorteza sintió un escalofrío y recordó vágamente que en el sueño... claro.

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