lunes, 20 de abril de 2015

Francisco, el pájaro

Recogido de un documento hallado en la Abadía de Locarello, escondido entre unas bolsas de nosequé, que vete tú a saber desde cuándo estaban allí, encontramos este texto en el que se nos habla de un Francisco que debe ser San Francisco de Asís, pero tampoco nos queda claro. Como casi siempre.
'A pocas cosas Francisco le había prestado atención hasta aquel entonces. Todos los intentos por hacer de él una persona que se atuviera a lo convenido, que cumpliera con el horario, que arribase cuando se le pedía, que lo diera todo en el momento preciso, que se comprometiera con la causa o que, simplemente, mostrase agrado a la hora de hacer y deshacer, habían resultado francamente baldíos. Y Francisco, bien sabe Dios que lo intentaba. Francisco quiso correr, pero corriendo no se encontraba, Francisco tenía cualidades para el juego de pelota, más no quiso abundar en el tema no sabemos si por no abusar o por su habitual querencia a no hacer las cosas que habitualmente se hacen. Francisco era así. No mostraba interés cuando los demás mostraban interés. Era eso. Cuando el común de los mortales se dejaba llevar por el entusiasmo, él se retiraba. Cuando todos le alentábamos para que emprendiera un camino para el que parecía mostrar serias aptitudes, él naturalmente se ausentaba. Comenzaba y no termimaba. Anunciaba y no seguía. Ese era su sello y todos nos habíamos acostumbrado un tanto a que fuera así. Todo parecía ser como siempre fue.
Pero ocurrió que un día, Francisco escuchó el bello trino de unos pájaros y se acercó a escuchar. Caminaba por un camino, andaba por un andurrial, paseaba por un paseo. Se acercó a escuchar a aquellos pájaros y algo le tocó. No sabemos qué fue realmente o que ocurrió cuando escuchó aquellos trinos y gorgojeos. pero Francisco cambió. Acudió todos los días a aquel recodo del camino, del paseo, de la vereda a escuchar el canto. Escuchó y aprendió. Escuchó e imitó el canto de aquellos pájaros. Le oíamos trinar, al principio sorprendidos y porqué no decirlo, asustados por aquella deriva pajaril que había tomado, pero poco a poco nos fuimos convenciendo de que, si realmente era aquello lo que le gustaba, porqué frenarlo. Del canto pasó al vuelo. Quiso volar. Los primeros intentos fueron infructuosos. Nadie vuela a la primera. Pero perseveró. Quería ser un pájaro. Más alarmados aún, quisimos llamarle la atención. Pero no fue posible. Magullado y roto, seguía probando. A la duodécima ocasión, voló. Volaba y trinaba. Francisco lo había conseguido. Francisco lo que quería era volar, trinar, sobrevolar. Era eso. El pájaro.'

Feliz cumpleaños, germanet.

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