lunes, 23 de marzo de 2015

21M y 22M. Dos días que hicieron temblar al mundo.

Rendición. No se me vale. Empiezo otra vez. Empecemos otra vez. No lo hagamos más. A no ser que ya seamos esto y nos conformemos y nos haga gracia ser así y nos miremos unos a otros y pensemos 'todo está bien, abrázame'. Si es así, bien. No hay problema. Pero guardemos el secreto entre nosotros. Busquemos la luz. Construyamos la luz. Vivamos como comadrejas en madrigueras y pensemos que fuera se equivocan, que tenemos una ideaca terrible y que el día que la gente la entienda, ese día... quizás no llegue nunca ese día, pero ese día...
Yo no fui el año pasado a las Marchas de la Dignidad. Me perdí el año bueno, me perdí la emoción de las columnas al llegar, me perdí la reunión de gente venida de todos los rincones del Estado que demandaban algo tan básico como Pan, Techo y Trabajo, me perdí la efervescencia de un movimiento todavía bastante unitario que parecía poner las bases para un cambio real. Me lo perdí. No fui a Madrid y la gente vino contando maravillas. He ido este año. Gente que fue el año pasado este año no vino. He ido yo, precisamente. ¿Porqué no ha venido más gente? Tengo algunas teorías, pero me centraré en una que se me ha ocurrido a mí solito y no la comparte posiblemente nadie. Yo creo que es que nos hemos quedado solos. Los del partido y pocos más. La gente ha encontrado otro fenómeno de moda y nosotros nos hemos quedado bastante solos. Lo que no sé es si esto va a ser para siempre o va a volver a su ser. Gente que vino ya no se apuntó este año. Los andaluces no podían venir, que son muchos también. Pero de aquí, al parecer, había mucha mucha gente y este año... pues como que no.
Salimos de Santa Coloma a bordo de un autocar miembros de dos organizaciones coaligadas en lo universal y una representación de movimientos sociales de la ciudad. El plan es el siguiente, vamos a Sant Vicenç dels Horts a recoger a una gente y tiramos para Madrid, llegaremos sobre las siete o así. Planes para cuando lleguemos a Madrid. Que si se llega temprano, pues se puede aprovechar para hacer alguna cosa en plan ir al Prado o algo... pero lo digo así como por lo bajini, o en plan 'estoy haciendo broma', pero no, porque queda fatal no compartir la fraternidad de las columnas al llegar y esos momentos de reconocimiento de que somos todos uno y... En Sant Vicenç no hay nadie. Llueve. Tenemos que ir a Igualada. Sueño. Recogemos en Igualada a una gente. A unos compañeros. Pero no sé si son compañeros o no. Serán, seguramente. Llueve. El autocar empieza a hacer cosas raras. Quizás las hace antes. Que si suena un piloto, que si ojo, que si qué pasa, que a ver, que se para en la cuneta. Que si está roto. Que si es el filtro. Que si vamos. Que si arranca. Que se para. Que se para en un área de servicio en nosedónde. Con paradas y paradas el autocar llega a Alfajarín. La parada. Alfajarín (jaja,jiji) es el lugar. El área de servicio por antonomasia. El lugar en mitad del trayecto. No esperes. No temas. Estarás listo en un segundo, podrás descansar, qué bonitos los escudos. El de la Damm, el de Graningas... Pero qué noche más mala. Un donut, un café con leche, el lavabo. Y dormir. Nos hemos puesto en el mejor sitio, en el autocar, en la puerta central, hay una especie de baranda delante del asiento y puedes colgar las piernas. El dolor de gemelos es brutal, pero por vacilar que no quede. Al cuarto de hora ya has bajado los pies y estás igual de incómodo que en otra parte, pero consideramos que es el mejor sitio del autocar y punto. No nos lo pueden quitar. Fraternalmente, pero ese sitio es nuestro. La gente del autocar duerme. El autocar está roto. De vez en cuando el autocar para en la cuneta en plan 'hasta aquí'. El pueblo vive tranquilo pensando que todo va bien, pero de vez en cuando la cosa ha podido quedar en 'y aquí nos hemos quedado'. Ese momento llega ya en Alcolea del Pinar, Guadalajara. Llegamos a las seis o las siete, no recuerdo y estamos allí hasta las diez y algo. Tres cuartos de hora. Siempre quedan tres cuartos de hora y el autocar de repuesto no llega. El viaje eterno. Pero distraído. Recuerdos del instituto y vuelvo a dejar patente mi falta de implicación con la lucha contando lo del Insti y el no a la guerra y mi victoria como movilizador/desmovilizador. Esto es lo que hay. Hay un chaval de Reus que resulta que es del partido, perdón, del movimiento político y social, que viene con nosotros porque en su autocar la cosa está peor. Odisea en el espacio. Salimos al cabo de las mil horas con un bocata de tortilla en el cuerpo y otro café con leche y venga que llegamos. Otros sueñete riquísimo antes de llegar a Madrid. Ese debe ser el estadio de la Peineta. Es la calle Luis Aragonés. Nadie me hace caso.
Llegamos y el día es horroroso. Llueve, hace frío, no somos todos los que esperábamos ser. La gente está... bueno. Ilusionada, porque es de lo que se trata, de hacer las cosas con ilusión. Porque una cosa debe quedar clara: que yo sea un gilipollas que piensa que nos hemos quedado solos, no significa que la gente que viene en el autocar no tenga unas pelotas como camiones y los que han venido por otros medios, igual. Que yo haga broma de vez en cuando no significa que, mejor o peor, esos no sean los míos. Pero estamos solos. Y algo pasa.
Nos tomamos algo con la peña. Me voy con los de la organización hermana. Que no se diga que no soy una persona tolerante y abierta. Que no se diga. Partimos, viene la columna, no es mucha gente, pero nos unimos a ellos y vamos caminando. Casi todos vienen a ser de los nuestros. No sé si antes o después de comernos un bocadillo se unen unos de Podemos. Tres de Podemos con una pancarta. Y ya está. Nos alejamos de ellos para que no nos tomen por unos de ellos. Yo llevo una bandera del partido. O del movimiento político y social. Que no se diga que soy un traidor del todo. Llueve. Hemos comprado paraguas, hemos comprado chubasqueros, hemos comprado de todo. He prescindido de contar todos los preparativos del viaje, pero también tuvieron su cosa. Que buscar un flotador que no es un flotador que es como una nosequé, pues no es sencillo. Sigamos.
Caminamos y me fijo en que, efectivamente, somos nosotros. No veo a gente de otras organizaciones. No veo banderas de sindicatos mayoritarios, algunas de CGT, sí, y de organizaciones más pequeñas aún que la nuestra. Los de Podemos aparecen por las esquinas, con unas pancartas muy chulas, y me da por pensar que lo de Podemos se desinfla. Que quizás el globo pierde fuerza, que nuestro momento se mantiene. Ya me darán la torta. Y se tiran petardos pero no pasa nada, no van a tirar más, que no ves que si llueve no tiran más... Tras una parada técnica, llegamos a plaza Colón y empiezan los parlamentos. La primera pareja que habla para saludar a los manifestantes, a los marchistas, ya define la línea. Discurso rimbombante, palabras de mucho poso, lectura de versos de poetas. El primero que habla me parece joven pero es antiguo. Voz atronadora, palabras de hace cuarenta o cincuenta años. La plaza a lo suyo. Viva Fidel, Viva el Partido Comunista, coño.
¿Somos esto? ¿Esto es lo que hay? Un conjunto de personas unidas por el recuerdo de lo que fue o lo que no nos pueden quitar nunca, que es el recuerdo de lo que fueron esas banderas. Nada más. Sube gente al estrado, hablan de lo que pasa en cada comunidad. Momento genial. Porque no todo me deja un poso amargo, hay momentos bestiales. César, el César de Gent, el César del ajedrez, está en Madrid, y durante el camino se comunica conmigo para ver dónde andamos y si nos vemos. Y nos vemos. Y me da mucha alegría porque uno piensa que todo el mundo es igual de cenizo que uno mismo y que le busquen para darle un abrazo, pues qué coño. Sólo por eso, el viaje ya merece la pena. Si el viaje sólo sirve para que alguien de otra organización te de un abrazo, pues ya es eso. Si sirve para que nos juntemos en una mesa los de los indignados, los de iniciativa, uno de euia, otro de euia independiente y nos echemos unas risas con cuatro bromas malas, pues ya es eso. Igual lo de la revolución, el proceso constituyente, darle la vuelta al sistema, nos queda un poco grande. Igual se trata de, al menos los que estamos medio de acuerdo, de que no la jodamos más. Darnos un abrazo, tomarnos unas cervezas, con alegría, darle la mano al compañero de Fati de Sabadell... porque chillar que venceremos, que el futuro es nuestro sólo porque nos han dejado un micro, sin proponer realmente nada que haga que la gente nos tenga cariño, estima, confianza, sólo porque estamos en lo cierto, tenemos la razón y al final la gente vendrá a nosotros y sólo tenemos que esperar, pues... me he perdido. Me llamo Antonio y me he perdido.
Me llamo Antonio y me he perdido. Vivo en Santa Coloma de Gramenet. Llévame a casa. Estoy muy perdido. No sé qué debo hacer. Qué hay que hacer ahora. Qué nos queda. Nos encontramos con el de Reus que nos explica como va la movida de la confluencia en su pueblo. Nos deja más tristes aún. Antes de irnos, le saco una foto a la plaza. Sale azul. Es antes de las ostias preparadas. Hemos visto a Joan Herrera. El compañero que da vivas a Fidel y al Partido, coño, se hace fotos con él. Con él va una mujer pelirroja que bebe cerveza en lata y me suena mucho, pero no sé de qué. Nos vamos de la plaza, como digo, y me quedo con ganas de dar una vuelta por Madrid, pero no hemos venido a eso.
Volvemos en metro, Llegamos y sigue lloviendo. Entramos en el último bar de la calle. La gente nos deja sitio y se priva de jugar a los dardos por que, supongo, presumen que nos vamos a tomar unos algo, comernos unos algo, y al del bar le va a salir más a cuenta que estemos nosotros que los dos o tres galápagos que hay jugando a los dardos. Es un bar de los nuestros, en San Blas. Bocatas contundentes, unas birras Mahou y a echarnos unas risas. A explicar lo de siempre, quién es quién, cómo es el qué y si lo que nos han puesto es hígado encebollado o sangre con cebolla. Da pereza irse. Se está bien así. Unas risas, unas cervezas, cuatro bromas. No te olvides la bandera.
Volvemos al autobús. Ya estamos lanzados. El de Reus, que al cabo de una hora nos ha dicho que se llama Albert, dice que estamos como las cabras. Tiene razón. No ha visto nada. El viaje de vuelta no tiene nada que ver con el de ida. El autocar de Chavi Tours va como la seda. Duermo. Y duerme. Y todo va bien. Y volvemos y ya no hay nada que hacer. Y todo ha pasado y ha ido bien. Y el día ha sido feísimo y me acuerdo mucho de mi padre de cuando fuimos a aquella mani de la telefónica hace mil años y nos fuimos a ver una exposición de Antonio López, porque mi padre es como yo y pensaba que sí, que el sindicato, que la lucha, que él lo entendía y que se cagaba en la puta de quien lo dudara, pero amigo, un ratito para uno, para Antonio López, no va a hacer que lal revuelta se resienta. Y se podría haber venido, pero bah. El viaje ha sido de puta madre y todo ha ido muy bien, y el Xavi puede dormir tranquilo, que ya está todo en su sitio.
Y el domingo pasa sin hacer nada. Sofá. Siesta. Sofá. Tele. Sofá. A esperar el estacazo. A esperar. Vendrá el estacazo. Y desde el escrutinio con el 0,15% nos queda claro que nos vamos a la mierda. Que no vamos a nada. Que no puede ser. Y aún hay gente dice que no, que no es tan grave. Y los que pensaban que iban a ganar se convierten en unos 'nosotros' cuando vamos a tope. Irán a más, irán a menos. Me llamo Antonio y estoy perdido. Me he perdido. El cambio era esto, al parecer. Que la de siempre gane haciendo lo de siempre. Que no se puede pactar con los socialistas. Que no se puede pactar con los socialistas. Que nos podemos convertir en el Partido Andalucista, que no nos pasemos de listos. Que ellos siempre están, que la gente es muy conservadora, que nos hemos quedado solos y tenemos que hacer un esfuerzo por... el socialismo con rostro humano.
¿Qué somos? ¿Qué queremos? ¿Lo sabe la gente? ¿Le importa a alguien? ¿Son, como dice el Edgar los autocares Bello los mejores? No sé. Son muchas preguntas y tenemos muy poco tiempo.
Era un finde para ilusionarse con el cambio y bien pareciera que se nos ha ido la flapa un poco. Y que el tiempo de hacer cosas viene y no lo podemos esquivar.
Y lo a gusto que duerme uno cuando está cansado. Y que si me he dejado algo, pues me lo decís.

2 comentarios:

  1. Jopé Tolya, el 21 y el 22 hicieron temblar el mundo, pero, y estos textos chorilargos que se los dicta Baal a diario...??
    Le saludo y vuelvo por aquí otro rato... Tengo que escribir 50 párrafos a 50 niños, más un power point... pa mañana.

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  2. Yo me despepito con Madame Yolanda. He visto la escena de Baal dictándole el texto y me parece una forma muy agradable de pasar la tarde del lunes.

    Feliz tarde, monsieur

    Bisous

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