lunes, 16 de febrero de 2015

¿Tienes un cigarro?

Es como una cosa que no te pasa a ti. Iba el otro día con mis asuntos y se me ocurrió pedirle un cigarro a alguien. '¿Tienes un cigarro?'. No fumo. Pero me hacía gracia interpelar a alguien, preguntarle algo incómodo. '¿Tienes un cigarro?'. Cuando yo era pequeño, y digo más, creo que de toda la vida, si alguien me preguntaba si tenía un cigarro, me imaginaba que era como el preludio de algo más importante. Detrás del cigarro, seguro que venía el reloj. Detrás del reloj, seguro que venía la pasta. Detrás de la pasta... quién sabe qué desgracia sin límite se me vendría encima. En realidad no me hacía gracia interpelar a nadie. No era gracia. Me excitaba. Ese es el concepto. Me excitaba profundamente preguntarle a alguien algo incómodo. '¿Tienes un cigarro?'. No calculé a quién se lo preguntaba. Tuve suerte, porque no era una persona con pinta de causarme muchos problemas. Al menos así en un primer instante. Parecía alguien normal que es atropellado por un notas como yo, que te pide un cigarro. '¿Tienes un cigarro?'. No fumo. Nunca he fumado. Me molesta profundamente el olor a colilla en un cenicero. Me irrita sobremanera que la ropa me huela a tabaco. A veces sueño con que fumo. No sé bien qué me pasa pero sueño que tengo como un cigarro ardiendo en la lengua. La lengua quemándose y sabiendo a tabaco. A cigarro mojado y ardiendo a la vez. Es una sensación extraña. Todo, al fin y al cabo, desde que te levantas hasta que te acuestas, puede ser realmente extraño. No me gusta nada la sensación de fumar. Nunca he fumado. Casi nunca he estado con alguien que fumase. No quiero estar nunca con alguien que fume. Jamás. Fumar. '¿Tienes un cigarro?'. Se lo solté así. En principio no me planteé imitar a nadie mientras hablaba. Pero sé que me salió una pregunta con deje. Imitando el acento del barrio. Como si yo no fuera de un barrio. Del barrio. El barrio donde yo vivo no tiene un acento concreto, pero creo que imité de alguna manera el acento de un barrio estandarizado. El barrio. '¿Tienes un cigarro?'. El muchacho que recibió mi pregunta me conocía. Me conoce mucha gente. Me miró extrañado por que no se esperaba que le hiciera esa pregunta. Se quedó callado mirándome. Estaba serio. Me miró largo rato. Yo creo que el tiempo empezó a pasar. Es decir, que no fue un momento y ya, no. El tiempo pasaba. Él estaba quieto mirándome. Yo creo que había pasado al menos media hora cuando volví a preguntarle '¿Tienes un cigarro?', En realidad no había pasado tanto tiempo, pero es que últimamente llevo muy mal lo de calcular el tiempo. Pienso que diez minutos son muy poco y en realidad dan para mucho. '¿Tienes un cigarro?', le insistí. El muchacho me preguntó '¿y tú, tienes fuego?'. Touché.  

1 comentario:

  1. Ah, eso sí que era un buen jugador de ajedrez, sí señor. Lástima que a veces sean tan lentos, pero al final dan con el movimiento adecuado.

    Buenas noches, monsieur

    Bisous

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