martes, 3 de febrero de 2015

Grandes Casos Mal Resueltos de la Historia - X

El sargento Walt Wouworf de la policía del Condado de Wallfowr, fue llamado a personarse de manera muy perentoria en el domicilio de los Wondswirthfer y en el preciso momento en el que recibió la llamada, supo que algo no iba bien. Los Wondswirthfer eran conocidos en todo el Condado y mucho más allá por su fama de familia de muy alta cuna venida muy a menos, pero que con el cuento del 'venidos a menos', llevaban ya más de dos o tres generaciones sin acabar de ser menos del todo. Seguían dominando los designios del condado y haciendo y deshaciendo a su antojo, pero, a ojos de la opinión pública, su tiempo había pasado. Hyerabad Wondswirthfer era en aquellos tiempos la cabeza de familia. Una mujer enjuta y cetrina, que muy pocas veces se prodigaba en público y que vivía prácticamente recluida en uno de los salones de la gran mansión que la familia poseía en los campos de Wundschwillywing. Casada en tiempos con un aventurero llamado John... nosecuantos, éste desapareció sin dejar rastro un buen día de junio de hace mil años y jamás se supo de él, dejándola al mando de la familia y con un hijo llamado Weylord que creció siempre asustado a las faldas de una mujer de un carácter endemoniado como era Hyerabad Wondswirthfer. En la mansión vivían además, Waldorf Wondswirthfer, hermano menor de la terrible Hyerabad, Griseida Washwermayer, prima lejana de los Wondswirthfer y que en tiempos pudo haberse casado con Waldorf, pero la cosa no llegó a cuajar y como tampoco tenía otra cosa que hacer, en la mansión se quedó y nadie la echó de menos en ningún sitio, ni tampoco estorbaba con los Wondswirthfer, y estas cosas pasan y meterse en la casa de cada uno es buscarse un problema. Ellos cuatro constituían todo el personal y toda la familia Wondswirthfer. Y uno piensa, cómo puede ser que estos cuatro mentecatos dominen un Condado. Pues uno lo piensa y tiene que mirar al personal que hay fuera y las preguntas se resuelven. Pero este no es el caso. El caso era oro. Otro, perdón.
Walt Wouworf llegó a la mansión y no le abrió la puerta Hyerabad, dado que nunca abría la puerta, sino la señorita Griseida Washwermayer, compungida y sollozante. 'Han matado a Hyerabad, señor agente'. Wouworf lo tuvo claro. Había sido uno de los otros tres habitantes de la casa. Nadie más iba allí para nada. No tenían servicio, no tenían amigos, no tenían visitantes. Con un oscuro ordenador portátil dominaban los designios del Condado, un computador que sólo sabía manejar Weylord bajo estrictas órdenes de Hyerabad. Wouworf convocó a los tres residentes de la casa y les pidió que le llevaran al lugar donde se encontraba Hyerabad. 'Está detrás suyo'. Hyerabad estaba tendida detrás del sofá en el que se había sentado Wouworf. Tenía una profunda herida en el cuello, por la que se había desangrado, pero no se encontraba ningún cuchillo o arma punzante alrededor. Wouworf pidió a cada uno de los Wondswirthfer que le dijeran dónde y qué habían hecho los días anteriores. Hyerabad parecía recién muerta. Todos parecían tener coartadas convincentes. Sólo Griseida tuvo una laguna justo unas horas antes de que ocurriera el asesinato de Hyerabad. Dijo que no recordaba haber visto a Hyerabad en todo el día, cuando en realidad habían estado duchándose juntas, como todas las mañanas hacían, para ahorrar agua. Esto hizo sospechar a Wouworf, de tal manera que sin encomendarse a Dios ni al diablo, hizo arrestar a Griseida, que como elemento extraño de la casa quizás tenía oscuros motivos para sentirse... atraída o despechada hacia Hyerabad. Tanta ducha juntos, pensó Wouworf, no es normal. No preguntó si Waldorf y Weylord también lo hacían, que lo hacían.
Griseida fue juzgada por un jurado popular que la condenó a cadena perpetua. Era un jurado muy progresista que, inmediatamente después de haber proclamado la condena, advirtió que la condena les parecía injusta y que reclamaban que la cadena perpetua era... en fin.
Wouworf no se complicó mucho la vida con este caso y prosiguió con sus rutinarias tareas de mantenimiento de la paz y la calma en el condado de Wallfowr.
Los Wondswirther, Weylord y Waldorf, siguieron viviendo juntos en la casa y se puede decir que, de forma paradójica, su situación económica mejoró bastante. A Weylord incluso se le vio en el Club Social de Wundschwillywing, un día de junio maravilloso, tomando whisky y alardeando de ciertas cosas que a nadie parecieron importarle lo más mínimo.

2 comentarios:

  1. Ay, bueno, mire, este termina bien. O por lo menos termina, que no es poco. O eso parece, vaya, aunque igual no. Con usted nunca se sabe, y basta que una diga que termina para que no termine.

    Feliz tarde

    Bisous

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  2. Ay, qué tiempos para la aristocracia... Mírelos hoy...

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