jueves, 9 de octubre de 2014

El dedito

Canta, sonríe a la gente. Es muy fácil. Es mucho mejor. El dedito. No me molesta que me digas las cosas, me molesta el dedito. Eso es lo que me molesta. No me molesta morirme, me molesta el dedito. El dedito. Eso. Ahí, siempre. Es muy molesto ser súbdito. Entiendo que es muy molesto para una persona que es alguien en todo esto, tener que compartir el oxígeno con toda una serie de seres humanos que a duras penas pagan el cartucho.
- Hola, buenos días. Es para mí un auténtico orgullo inaugurar este hospital. Un hospital con el que XXX avanza en la senda de una mayor calidad de servicios para con sus ciudadanos. Un hospital que ha contado con la confianza de unos inversores que ven en nuestro país un lugar en el que poder confiar (confiar, confiar, confiar). Un hospital que va a contar con los mayores estándares de calidad, para que los ciudadanos de XXX sientan que pueden estar tranquilos. Y con estas palabras cedo el testigo a...
Bueno. Pues esto lo deben tener escrito en alguna parte, pero luego, ay. Déjenles hablar. Déjenles que opinen libremente y sin papeles de sus súbditos. Déjenles que nos digan que les importamos más bien poco. Es más, déjenles decirnos que somos unos idiotas. Que somos tontos.
- Para sacarse el traje no hace falta sacarse un máster.

Una persona se está muriendo. Y otra persona, que es responsable del sistema de sanidad, (supongo, Dikembe), de la Comunidad de Madrid va y dice que bueno, que lo del traje... que si aquel médico es que es muy alto, que si la persona que se está muriendo mintió... y que no le toquen mucho las pelotas, que él ya ha venido comido de casa y que si dimite no le va a pasar nada.
Ese es el tema. Oye, no me toques las pelotas, que yo aquí he venido a pasar el rato, no a que me toques las pelotas. Tocar las pelotas. Callados, callados, calladitos durante un día o dos, hasta que se destapa que la persona que se está muriendo (esperemos que no se muera), se tocó la cara. Ajá. Entonces ya está todo hecho. Culpable.
Somos culpables de estar aquí, en medio, estorbando. Estamos sobrando desde hace tanto tiempo. Y encima el hermano de la persona que se está muriendo sale en la tele con una camiseta en la que se lee Sin Dios, y lleva una trencita de esas... de rojo. Encima son rojos. Encima. No sólo se mueren manchando la imagen impoluta de nuestro país, que tan bien había quedado repatriando a dos religiosos infectados, si no que además, lo aprovechan para decir que tal o cual, tiene que dimitir.
Estamos sobrando. Les estorbamos. Cada vez más. Cada vez de una manera más evidente, los problemas de nuestro mundo son culpa de los que tienen el problema. La culpa.
Yo ahora podría decir que todo esto tiene que ver con el protestantismo, con la Reforma religiosa, con el poder del individuo para regir su destino y para demostrar, mediante los actos, que Dios está con uno. Si me va bien, es porque Dios aprueba mis actos. Si me va mal, es porque Dios no está viendo cumplido su plan conmigo. Si las cosas van mal, es porque estáis haciendo las cosas mal.
Adolf Hitler, cuando ya estaba todo perdido, insistía en que el pueblo alemán, su amado pueblo alemán, no podía seguir existiendo porque no había sido capaz de vencer. Era culpable de no haber vencido. Merecía lo que le pasase, su final, el aquelarre completo.
No, no, no se me está yendo la castaña. Estoy hablando de todo un poco, por aproximar un poco el tema. Por ir acercándome a la conclusión. A la reflexión final. Ahora voy.
Culpables. Somos culpables de lo que nos pasa, porque no estamos haciendo las cosas bien. El ministro, el directivo de la empresa, el consejero de sanidad, el que tiene y el que puede, ese, ese no tiene culpa de nada. Ahora, el que depende de la decisión de otros, el que no ha espabilado a tiempo, el que va por la vida de buena fe sin pretender nada concreto, el que no tiene objetivos claros, el que estaba allí en vez de estar en el escalón de arriba, ese es culpable. Culpable por estar allí. Estorbando. Estamos sobrando. Los del metro, los del tren, los de las hipotecas, los de la reforma laboral, los de la sanidad, los que no pueden ir al colegio caro, esos, estamos sobrando.
Y la culpa es nuestra.
Y a mí no me molesta que me pasen las cosas, a mí lo que me molesta es que me señalen. Con el dedito.

1 comentario:

  1. Muy bien dicho. Yo estoy siguiendo las noticias desde aquí y estoy flipando en colores. Me da vergüenza explicárselo a los chinos. C. dice que el gobierno español suena muy parecido al gobierno chino. Con eso se lo digo todo.

    Ha leído usted el artículo de Maruja Torres en eldiario.es?

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