domingo, 22 de junio de 2014

Gran Biblioteca Universal del Pensamiento IV

Son muy conocidas las palabras del famoso escritor alemán Klaus Asherberg durante la ceremonia en la que recibió el premio Príncipe de Cambria, ya saben, el exabrupto que le hizo famoso: 'Desde luego, vaya coñazo de ceremonia'. Pero han sido menos aireadas las reacciones de la Princesa de Cambria a tales palabras, quizás para salvaguardar el buen nombre de la princesa, que le espetó al osco escritor germano: 'pues si quiere le meto el diploma por el culo y así hacemos esto más así'.

Edelbert Austenmayer se las tenía tiesas con su antiguo ex amigo y competidor Albert Hohensteiner. Ambos pretendían ser el escritor más revolucionario del panorama literario internacional. Si Austenmayer se enrolaba en una guerrilla latinoamericana, Hohensteiner se solidarizaba con la lucha de los mineros de una región olvidada. Si Austenmayer firmaba un manifiesto a favor de los presos políticos, Hohensteiner apoyaba la campaña electoral de algún partido de la extrema izquierda. Si Austenmayer publicaba un libro de versos en honor a algún poeta desaparecido en las cárceles fascistas, Hohensteiner dedicaba todo un volumen al genocidio de pueblos exterminados en aras de la civilización. Pero algo pasó. Austenmayer casó con una heredera de postín y, quizás involuntariamente, cambió su discurso para quedar alineado entre las posiciones más acomodadas del espectro político del momento. Un liberal convencido, demócrata europeista, etc. Paradójicamente, Hohensteiner, sin motivos graves, decidió seguir compitiendo con Austenmayer en ver quién se había vendido más.

Terrible la crítica de Jean Marc Abellier acerca del ensayo del emérito pensador Paul Wassermann 'Sobre la economía de nuestro tiempo', publicada dicha crítica en el diario 'El Atolón de Mururoa'. La crítica dice lo siguiente: 'Válgame la virgen si yo he entendido algo de todo lo escrito. No diré que uno sea especialista en la economía, en la sociedad, en la política. No diré que, aunque periodista, sea especialista en nada. Pero uno pide, al menos, que el que escribe lo haga pensando en que el receptor es un ser humano, una persona, un individuo que, ay, puede cagarse en la madre que parió al demonio a la tercera línea y, ay, desear males inenarrables al escritor de lo que ahí aparece'.

Mi padre me regaló hace tiempo un libro precioso llamado 'Andanzas del caballero Peter Von Vansterden', que recogía las aventuras del famoso caballero renacentista por las cortes centroeuropeas. En uno de los episodios Peter Von Vansterden hacía esta consideración. 'Ardo en deseos de contarle a alguien que, si yo pudiera, quisiera ser el que escucha mis cantos y andanzas, sin tener que protagonizarlas. La presión es mucha y la edad avanza'.

En su recopilación de versos 'Lágrimas de los ojos de otros', la poetisa Ludmila Frodonovskaia, hacía la consideración que sigue: 'De mi boca salen palabras que te conmueven, y me alegra, amor. Pero debo informarte que también han conmovido al caballero de tu derecha y, amor, ya son dos amores'.

Klinstofer Detévez publicaba un libro por año. Sin pararse en mientes, entraba el año 1978 y Klinstofer Detévez ya tenía dispuesto el tema y argumento de su nueva novela. Iba a dedicarse a investigar y narrar las peripecias del prócer uruguayo Rivera, cuando su mujer le abandonó. Padeció una crisis muy fuerte, depresión, intentos de suicidio y no pudo concluir la obra en el tiempo que él consideraba habitual. Y eso le acabó de rematar.

El estudioso sobre artes orientales Gedeón Ferlinguetti quiso salirse de su ámbito fe estudio en el libro de cuentos 'Ploff, el niño que se caía', y paradójicamente tuvo éxito. De ahí, valientemente, saltó al género dramático con la obra 'Nyec, la silla que se quejaba', y de forma inopinada, tuvo éxito otra vez. Por probar, lanzó un recopilatorio de versos titulado 'Plam, golpes en la mesa'. Más éxito. Era una de las personalidades literarias más alabadas y portada de varias revistas. Su siguiente trabajo volvió a tratar sobre artes orientales, y se llamó 'Khmer, una civilización', y la cagó bien cagada.

1 comentario:

  1. Es que en la última le falló la onomatopeya. Lo tenía, pero... Claro que aún puede salvar la obra si le cambia el nombre a la civilización.

    Buenas noches, monsieur.

    Bisous

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