lunes, 24 de marzo de 2014

¡Cumpleaños Feliz!

De las memorias del Barón Yanáyev.
'Tengo muy claro que en muchas ocasiones, por no decir cientos de ocasiones, por no decir siempre y siempre, he sido víctima de una cierta propensión a confundir términos, lugares, situaciones, temas, objetos, personas, animales, plantas, ciencias, alimentos, licores, vehículos, términos y todo aquello que pudiera ser susceptible de ser equivocable, si es que equivocable se puede decir en algún sitio. Soy propenso a fallar y no encuentro el motivo, porque ni me encuentro mal, ni tengo afición a los espirituosos más allá de la convención social, pero en fin.
Volvió a pasar. A fuer de parecer reiterativo y que ustedes, queridos lectores, se cansen de leer siempre lo mismo, les diré que en esta ocasión no hubo error. En esta ocasión, aunque volvió a suceder, no me equivoqué. Volvió a pasar.
Nuevamente, la Dame Masquée celebraba su aniversario. Quizás ya cansada de mis errores, en esta ocasión no se tomó ninguna molestia en invitarme a la fiesta que daba para celebrar su cumpleaños. Lógicamente iba a estar todo el mundo, y sin duda ya cansada de tanta inconveniencia, no envió ninguna invitación.
Pues no. En esta ocasión no me iba a pasar. Ahí estaba yo, con mi calendario marcado y bien señalado. Ahí estaba yo. Pendiente desde que el mes de marzo entraba de que no se me pasara. Sabía perfectamente la fecha, conocía la ubicación. Todo perfecto. Me puse mis mejores galas y me encargué de comprar el mejor regalo que se me ocurrió que, como uno tiene todavía modales, me negaré a pregonarlo en estas líneas.
Le dije a mi cochero la dirección, pero me había encargado antes de ello de que otro de mis sirvientes le indicara al mismo cochero la dirección sin que tuviera yo que mediar para nada en el tema, así, sin estar yo presente en la toma de decisiones, pensé que todo iba a ir mucho mejor. En otro carruje iba el regalo, ojo, que no quiero yo decir que fuera grande o pequeño, pero que iba en otro carruaje, y no digo más.
Y ahí estaba yo, en la puerta del Château donde Madame acostumbraba a dar sus fiestas de cumpleaños. Vi poca luz. Ay. Que ya me estaba yo temiendo lo peor. Confirmé con el cochero otra vez.
- Monsieur, nos encontramos ante el Château de Madame Diana, no cabe duda.
Bueno, pues nada. Vamos para adentro. Entré y seguía sin parecer que allí hubiera ninguna fiesta. En la puerta interior, dos sirvientes de Madame custodiaban la entrada.
- Buenas noches, caballeros, soy el Barón Yanáyev y, sin duda, me encuentro ante el palacio de Madame Diana... ¿cierto?
- Claro que sí, caballero. Barón... ¿cuál es el motivo de su visita para anunciarle ante Madame?
- ¿Cómo? Sin duda debe ser alguna broma de Madame, es su aniversario y venía a participar en la fiesta...
- ¿Qué fiesta? Monsieur, sin duda debe haber un error. Hoy es el aniversario de Madame, pero...
No puede ser.
Y nuevamente apareció Madame en dirección a la puerta preguntando qué estaba pasando.
Me presenté y felicité a Madame por su aniversario, sin preguntar por mi parte por qué no había fiesta. Sin más, hice entrega de mi regalo, que necesitó ser introducido en el palacio por los dos servidores de Madame, así como por mi cochero y por mí mismo de lo grande y hermoso que era.
No me había equivocado de día, no me había equivocado de lugar. Pero no había fiesta...
¿O sí?
Porque al día siguiente, durante una recepción al embajador austrohúngaro noté risas, miradas, algo. No sé. Yo quiero pensar que algo pasó y Madame no hizo fiesta, pero... tengo la mosca detrás de la oreja. Nunca le pregunté a Madame qué pasó aquel año, pero yo voy a quedarme con que no hubo fiesta y ya está.'

¡Feliz Cumpleaños a Madame Diana!
Bisous!!!!

2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias, monsieur! Todavía estoy desenvolviendo el regalo, pero vamos adelantando. Ya llevo como una cuarta parte. Casi asoma un poco su sorpresa. No se preocupe, que ya volverá a haber fiesta, faltaría más. Y estaremos casi todos nuevamente.

    Feliz comienzo de semana

    Bisous

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  2. También me uno a esta felicitación a madame, pero no solo por el mero deseo¡ y cariño que le tengo, sino porque no quiero quedarme sin esa invitación.
    El barón me salvó la vida en una ocasión a esta dama que suscribe:-) Un abrazo y buena semana

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