miércoles, 27 de noviembre de 2013

El paro, las flores, la música, Filadelfia

El día comienza con un plan. Todos los días tienen un plan, a veces el plan consiste en pasar el día. Pero hoy tengo una tarea. Tengo que encontrar la Oficina de Treball de Berlín. ¿Cómo perdimos Berlín? He pasado la noche congelado y con sensación de que alguien ha introducido en mi oído un chorretón de poliespán o algo. Pero tengo un plan. El plan consiste en encontrar la Oficina de Treball de Berlín, porque me han dicho que yendo allí, directamente, podré acceder a ofertas de trabajo directamente relacionadas con lo mío. Allí hay muchas oficinas, despachos, empresas de marketing, y quizás sea más fácil. Pero tengo que ir allí e insistir en que me enseñen las ofertas ellos. Directamente. Ya son muchas cosas esas cosas. Bueno. Voy, miro la dirección ya en el andén. Calle Berlín. Leo en el metro. Leer en el metro, como cuando iba a trabajar, me reconcilia con la humanidad. Me reconcilia con 'migomismo'. Tengo unos puntos... hago reír a la gente. En la línea azul coincido en el mismo vagón con un muchacho que, a la trompeta, interpreta conocidos y movidos temas de hoy y de siempre, intentando animar a un personal que no quiere ni oír, ni entender.
Llego y allí, en el sitio, en el lugar que incluso aparece en el mapita salvador del TMB, no hay nada. Nada de nada. Empezamos bien la mañana. Buscando algo que no existe. Qué metáfora. Qué falta de previsión. Consulto otra vez y descubro que la Oficina está en la calle Mallorca. Bien. La calle Mallorca está ahí al lado, no debe ser difícil encontrarla. ¿No? Media hora, con una ridícula vuelta a una manzana que no tiene nada que ver con la dirección incluida. Estoy por irme cuando me decido a dar otro vistazo. Ya la he encontrado. Entro y es una oficina distinta a la de Santa Coloma. Tienen una maquinita o dos al entrar. Hago unas gestiones que ya tenía pensadas y me dispongo a hacer la consulta. Y veo entonces al cantante de Tarántula, que es inconfundible, allí, esperando también. Qué mundo este. La música, el arte, no nos salva. Los artistas, los talentosos, los graciosos, los de la nariz de payaso, no tenemos escapatoria. Me toca.
La mujer que me atiende lleva la chaqueta por encima de los hombros. Da sensación de frío, de poca predisposición, de estar tan aburrida como yo. La chaqueta por encima de los hombros. Como si estuviéramos en los años del frío. Años sesenta, años setenta. No sé. Me dice que de dónde he sacado esa teoría. Que no es cierta. Que mire donde todo el mundo. Que no hay nada específico. Que todo está en Internet. Le digo que... y nada. Que mire la pantalla. Que está en la pantalla, que si no... Pues miro las ofertas de los cartapacios y lo de siempre. Nada. O algo, pero no para mí. Yo tengo otras miras mucho más altas. Claro.
Ya encuentro yo sólo la salida. A mi lado, el cantante de Tarántula está haciendo sus gestiones. He visto al cantante de Tarántula, digo. Y ya no digo muchas cosas más.
Vuelvo a casa, hago algunas gestiones más relacionadas con el ordenador portátil y a intentar pasar las horas planeando algo para las horas siguientes. Hoy los de la Acampada Santaco, los indignados, entre los cuales hay bastantes compañeros, organizan un debate sobre el paro. A qui interessa que hagi Atur? A quién le interesa que haya paro? Es a las siete. El compañero Salva López Arnal, profe de instituto, dará la charla. El Téllez está en la mesa, con el Jordi S. Martínez. Hay gente. Bastante, pero no la suficiente. Estamos los que tenemos que estar, pero falta algo más.
Salva López Arnal, en menos de una hora, expone por qué hay tanto paro, qué significa, habla del ejército de reserva de Marx y todos nos sabemos la cita y la expresión y nos miramos con cara de 'te lo dije'. Y las cosas que dice son ciertas, y las cosas que propone son como todas las cosas que propone todo el mundo. Yo ya te lo he dicho, ahora hazlo. Ahora. Hazlo. Todo. Sal del mercado, entra en el mercado, organízate, emprende, hazlo. Tú. Hazlo. Tú. Hazlo. La conferencia me ha gustado, como siempre se me hace (me se hace) un nudo en el estómago con según que cosas y justo cuando va a empezar el debate, que tuvo que ser muy enriquecedor, me tengo que ir.
Inauguración de la tienda. Mi madre ha completado el traslado y abren la tienda nueva. Están todos los amigos de mis padres, familiares de la jefa, compañeras del trabajo. Costureras. Llega también mi hermano. Mi madre se afana en presentarnos a todas sus compañeras. Como si fuéramos la repanocha. Qué hijos tiene. Qué lástima. Si pudiera de verdad presentar a alguien con cara y ojos. Este se parece a su padre y aquel a su madre. Una mujer me habla de Filadelfia, del Banco Mundial, de un proyecto muy interesante, del Facebook, de que sí. Pues sí, vale. Si, si, claro. Claro que sí. Lo importante es participar.
Las flores que le regalé a mi madre siguen en el florero. Han durado una semana. Y pueden durar algo más si le corta el tallo a las flores. Me lo dicen por línea interna. El día está a punto de acabar. Ya sólo queda ver si el Ajax se cepilla al Barça y elucubrar si eso nos va bien de cara al domingo o no. Y decir que no he tenido un día muy bueno. Y que mañana ya me animo.

2 comentarios:

  1. Pues venga a China! Aquí no falta trabajo.
    Ánimo y valor.

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  2. Reconciliarse con su gomismo ya es un primer paso, monsieur. No sé hacia dónde, pero lo es.
    Qué fisonomista es usted. No tengo ni idea de qué cara puede tener el cantante de Tarántula.
    Siento lo del Barça, por cierto. Mi padre está desolado, el pobre.

    Feliz día, monsieur

    Bisous

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