martes, 8 de octubre de 2013

Vendieron mi alma al diablo

Ya hacía tiempo que no nos llegaba un relato como éste. No sabemos si es porque no hemos estado muy pendientes, si es porque el nivel ha bajado... a saber. En fin, de un autor llamado Bozidar Tereskovic, nos ha llegado un pequeño texto titulado 'Mi alma vendida', que nos ha parecido interesante. A ver si volvemos a ponernos a tono que se nos está yendo de las manos todo esto.
'Yo entonces estaba y no estaba. Como todo aquel que se enamora locamente, locamente se comporta. La pasión con la que abrazaba, besaba, amaba a la bella Sabenka, me tenía totalmente fuera de mí. Nos veíamos continuamente, no podía dejar de pensar en ella, estaba absolutamente loco por ella. Desde que nos conocimos, nos arrastró un torrente de vicio y sensualidad enfermiza que nos tenía fuera absolutamente de la realidad. Y yo me dejé ir. Ante la posibilidad, meramente imaginada, de que la bella Sabenka pudiese un día dejarme, olvidarme, abandonarme, tras una noche de sudor y besos, de pasión y locura, le entregué mi alma. Se la dí sin pedir nada a cambio. Simplemente le dije 'Sabenka, me tienes, me posees, pero quiero que te quedes con mi alma para siempre, que hagas con ella lo que quieras, porque si un día tú no estás, yo no querré estar tampoco, no me servirá para nada'. Y con mi alma se quedó.
Al principio no noté ningún cambio demasiado evidente. Yo seguía loco por Sabenka y ella seguía estando por mí. Nuestro amor parecía no tener nunca bastante. Pero, ay, llegó un día en el que Sabenka se enfrentó a un suceso con el que no contábamos. Llegó una carta desde Sibenik para comunicarle que su padre, su querido padre estaba muy triste y a punto de fallecer porque su hermano, su querido hermano de Sabenka, el pequeño Svetozar, estaba muy enfermo. Sabenka se oscureció. Su bello rostro se ensombreció. No sabía cómo podía ayudar a su familia. Y entonces se le ocurrió. Sin consultarme, decidió vender mi alma al diablo. Ya la tenía, ya era suya, podía hacer con ella lo que quisiera. Y así lo hizo.
Un día, una noche, después de haber estado juntos y haberme notado yo raro, extraño, me comunicó que mi alma ahora pertenecía al demonio, a Satán, que se la había vendido para que su hermanito Svetozar se curase y la alegría volviera a su hogar de Sibenik. 'Bueno...', balbuceé... si era su voluntad. Creo que fue ese consentimiento lo que desencadenó todo lo que llegó después. Sabenka, falleció a las dos semanas atropellada por un automóvil. El golpe vino precedido de catorce días de malestar, enfermedad, nervios y ausencia de noticias de Sabenka. Cuando me enteré de su muerte, caí en barrena. Lo perdí todo. Mis amigos me abandonaron, mi jefe me despidió, el casero me echó del piso. Vivía en la calle, borracho de vino barato, sucio, deshauciado, sin voluntad para hacer nada. Todo me importaba una higa, todo me daba lo mismo, y nadie quería hacer nadie por mí.
Y entonces sucedió algo. Al parecer, algo sucedió en el Cielo o en el Infierno, por lo que Satán tuvo que aligerar peso. Hizo un negocio con cierto Arcángel, que venía comisionado por el mismo Dios nuestro Señor, y en ese paquete de intercambio, mi alma pasó a quedar en venta. Acuciado por vaya usted a saber qué deudas y qué caprichos del Demonio, éste le entregó mi alma a una familia de la provincia española de Ciudad Real, en concreto en Membrilla. Un matrimonio sin hijos que había ayudado al demonio Satán en un asunto de tierras y de instalaciones de cableado, recibió como pago mi alma. De eso me enteré por carta, ya que dicho matrimonio, los Bolaños, me dijeron que estuviera tranquilo, que ellos se cuidarían de que estuviera bien, que no tenía que preocuparme por nada.
Y sí, desde entonces, estoy mucho mejor. Más mejorado. El sudor me sabe a ajete, y yo no soy de probar un miserable diente de nada, pero bueno, he ganado con el cambio.'

1 comentario:

  1. Esto de vender el alma al diablo a muchos se les da bie. Yo prefiero ni nombrarlo por si acaso aparece.
    Un abrazo.

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