lunes, 23 de septiembre de 2013

Jack Mickelbaum a la conquista del Este

Cuando mojó sus pies en las playas de California, Jack Mickelbaum tuvo una crisis de identidad. Ya había conseguido todo lo que se propuso cuando salió de su pueblo en la Galitzia profunda. Quería conquistar el mundo, nada menos. Como el que no dice nada. Y a fe que lo consiguió, atravesando América de Este a Oeste y participando en una de las que dicen mayores aventuras en la historia de la Humanidad. Recorriendo praderas, desiertos, subiendo sierras, montes, atravesando ríos, matando indios, exterminando búfalos y cometiendo simpáticas tropelías por aquí y por allí, en pos de la civilización. Bueno, nada que no se sepa.
Sin embargo, todo aquello no era suficiente para Mickelbaum, que consideró que sí, que muy bien, que había llegado a California y que tenía unas tierras que podía cultivar y un rancho con ganado al que poder extraer un rendimiento, pero... y qué. Qué era eso. Qué merito tenía haber participado en una aventura con todo a favor, con dinero, con caballos, con armas, con la compañía del ferrocarril presionando para llegar, para avanzar, más y más...
Jack Mickelbaum se encerró durante unos días en una cabaña. Estaba solo, por que durante todos estos años no había conseguido que ninguna de las muchas mujeres con las que se había tropezado consiguiese vivir con él, encariñarse con él. Jack Mickelbaum parecía vivir siempre con una insatifacción constante, y eso hacía que las mujeres no se acercasen a él. No me pregunten por qué. A otras mujeres les parece esto interesante, pero algo había en Mickelbaum que repelía la compañía duradera.
Entonces, tuvo el chispazo. En realidad no había conquistado nada. En realidad, su aventura comenzaba ahora. Tenía que comenzar una verdadera conquista, una conquista heroica de verdad. Tenía que recomenzar lo andado, lo recorrido, y conquistar lo que nadie había conquistado. O se acababa de conquistar, esto tendríamos que aclararlo con más tiempo. En otros episodios podríamos concretarlo de alguna manera.
Jack Mickelbaum se pertrechó como cuando tenía otros planes y otras esperanzas y desde esa coqueta y escogida granja en California emprendió una aventura olvidada en nuestros días. La conquista del Este.

2 comentarios:

  1. Sí, sí, porque lo del rancho telaaa... Ud. se imagina, le regalan mañana un rancho...qué cruz, estoy sudando sólo de pensarlo.

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  2. Vamos que el pobre no pudo descansar más que dos días.
    Un abrazo

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