miércoles, 2 de enero de 2013

Cantante calvo

De la sugerente colección 'Fantasías' de novelas y cuentos publicada por la editorial Perlanita, reproducimos aquí un pequeño cuento de Elías Renenstaim, llamado 'Cantante calvo'.
'Los más jóvenes no se acuerdan ya de él. Tampoco los de mi generación guardamos demasiados recuerdos suyos. Incluso los que tienen la edad de mis padres lo vieron actuar pocas veces. Son mis abuelos y mis bisabuelos quienes le escucharon y quienes le disfrutaron y quienes vieron lo que sucedió aquella noche en el café Zenopol que pudo haber cambiado su suerte. Hoy, hoy mismo, mientras bajaba a por café antes de ponerme a escribir, he visto a un hombre con peluquín. No hace falta fijarse demasiado, quienes llevan peluca no sé si saben que los demás saben. Deben imaginárselo, supongo. Pero se les nota muchísimo. El buen señor iba con su buena peluca puesta, de un color completamente natural, pero absolutamente fuera de sitio. Se le notaba desde aquí que no era suyo. Los pelitos esos que quienes tenemos poco pelo tenemos atrás le delataban. Lo de delante, no es suyo. Clorindo 'Voz de terciopelo' Senekowitz, actuó en teatros y cafés de Buenos Aires durante las dos primeras décadas del siglo XX, cosechando unas críticas bastante aceptables. Cantaba e interpretaba sus propios temas, casi siempre de temática amorosa, apuntes de la vida cotidiana, pero se pasaba de gracioso. Entre canción y canción, hacía comentarios sobre la vida, sobre su situación, sobre esto y lo otro, pero sin gracia. Todo el talento que desplegaba cantando, lo perdía en cuanto abría la boca para otras cosas. En una actuación en el café Zenopol, salió al escenario y cantó su melodía 'Teatro sentimental', que hacía llorar hasta a las piedras y derretía a las jovencitas que escuchaban el trino de Clorindo. Cuando terminó y mientras simulaba que afinaba la guitarra, empezó a contar que tuvo una novia que era esto y lo otro. Sus comentarios, blancos, su humor dulzón y relamido, sus chistes que de tan finos no hacían reír a nadie... sólo ayudaban a empantanar su espectáculo. Encaminó la actuación con 'Estrellas en la noche', y le siguió un soliloquio sobre filósofos antiguos, que no venía a cuento para nada. Tras 'Almanaque del corazón', que logró arrancar un bravo muy sonoro por parte de una solterona, que iba acompañada de un muchacho que parecía su hijo pero no lo era. Clorindo habló luego sobre unos científicos que habían descubierto una cura contra la enfermedad del sueño. Siguió el recital con 'Su vida, mi muerte', que hizo llorar a un joven galán que se acodaba en la barra. El mismo galán cambió el llanto por la risa cuando Clorindo se embarcó en una locución sobre las mujeres con abrigos caros. Todo el mundo lo veía pero sólo él se atrevió a decir '¿y a vos cuánto te costó la lana?'.
Clorindo 'Voz de terciopelo' Senekowitz, prosiguió su actuación. Interpretó cuatro canciones más, pero saltándose las parrafadas. Al terminar, todos le despidieron con grandes aplausos. Sin embargo, Clodomiro no supo ver las señales y en sus siguientes actuaciones, pensando que la gente se reiría de él, cambió su nombre por Clodomiro 'Timbre divino' Senekowitz, y se quitó el peluquín, volviendo a los monólogos entre tema y tema y alternando aplausos con indiferencia en un circuito de actuaciones de medio pelo. Con perdón.'.

2 comentarios:

  1. Fue un error no ver a tiempo que le aplaudían precisamente porque tenía el detalle de saltarse las parrafadas. Como aquel que tocaba el violín en una céntrica calle por aquí, y lo hacía tan mal que la gente le daba dinero que eran en realidad sobornos para que se fuera a torturar al prójimo a otra calle.

    Feliz día, monsieur

    Bisous

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  2. Creo que lo que importa en un cantante no es su pelo sino su voz. Pero como hoy día todo es imagen...
    Un abrazo

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