miércoles, 1 de agosto de 2012

Grandes Semblanzas III - Crisanta María de Turrón, Arcipreste de Hita

Si una cosa te lleva a la otra, si de verdad consideras, amable lector que mediante A lo más probable es que llegues a B, la vida de Crisanta María de Turrón, es tu vida. Porque una persona puede tener un interés determinado en un asunto que llamaremos esto o lo otro, pero de ahí a convertirte en algo que ni tú mismo sabes lo que es... hay un trecho. Vamos al turrón, nunca mejor dicho.
Crisanta María de Turrón nace en la villa oaxaqueña de Santiago Tlazoyaltepec en 1877, en el seno de una familia hacendista y hacendosa. Educación esmerada, modales exquisitos, instrucción a cargo de una institutriz belga que se quedó en el país tras la aventura de Maximiliano, paso a la capital para seguir estudiando y termina por ser en 1900 la primera mujer en conseguir licenciarse como Filóloga por la Universidad capitalina. Su especialidad, la literatura castellana de la Edad Media. La formación del idioma. Crisanta María de Turrón es toda una eminencia y una gloria nacional. Pero para continuar con su investigación ya no basta con el material que conoce y ha de partir hacia la Madre Patria. En el puerto de Veracruz es despedida por una banda de música y el gobernador Don Rómulo Remo Profundo, hace un discurso en el que la compara con una conquistadora que viaja hacia la fama y bla bla bla. Durante el trayecto en barco hacia España, Crisanta María de Turrón está a punto de tirar por la borda (qué bien traído) todo su trabajo y porvenir por culpa de una mocita de a bordo que le hace ojitos y ella se deja querer y al final no pasó nada porque Dios no quiso. Pero que con las ganas, si que se quedó.
Crisanta María de Turrón llega a la Universidad de Sevilla y allí entra en el grupo de estudio a cargo del profesor Amaranto De Celis, que comanda un grupo de jóvenes empeñados en desentrañar los orígenes del castellano, más allá de los esfuerzos de Menéndez Pelayo, Menéndez Pidal, y todos los Menéndez que hubiere desperdigados por la faz de la tierra.
Crisanta María de Turrón decide profundizar en el estudio de las obras del medioevo y especializarse en el Libro del Buen Amor. Se lo lee unas cincuenta veces en un mes. Pierde la vista a pasos agigantados. A la edad de 30 años está casi ciega. Lee y relee los versos del Arcipreste. Se obsesiona con ellos. Se obsesiona con la vida de Juan Ruiz. Investiga. Indaga. Remueve papeles y más papeles. Viaja finalmente a Guadalajara y llega hasta el mismo pueblacho de Hita para preguntar, conocer...
Con 35 años, mientras está en Guadalajara, Sigüenza y Alcalá de Henares aumentando su conocimiento del Libro del Buen Amor, recibe una carta de un anónimo que le dice que tiene que reunirse con él en Hita, en una taberna del pueblo, para hacerle entrega de documentos secretos sobre la identidad del Arcipreste y sus intenciones ocultas. Allí que parte Crisanta María, llega a la taberna, la conocen todos los del pueblo, un señor mayor entra en la taberna y le entrega una nota. 'Vaya a la iglesia y suba al altar'. Es lo que hace Crisanta María. Es el cura quien la espera. Don Arnaldo. Un señor muy mayor. La conduce por entre unos pasadizos y llegan a un cubículo. Nada más llegar, Don Arnaldo desfallece y muere. Crisanta María de Turrón está en estado de Shock. En el cubículo se hallan casullas antiguas, misales, biblias, y pergaminos de toda clase. Crisanta no sabe qué pasa. Qué hacer. Se pone muy nerviosa. Sin saber qué ni porqué, se coloca encima una casulla. Empieza a recitar versos del Libro del Buen Amor.
Sale del pasadizo vestida de tal manera y cuando vuelve a la iglesia, esta está llena porque es la hora de misa de tarde. Nadie se sorprende de verla allí vestida de esa manera. Ella da la misa, sin darla, porque no sabe, pero sabe recitar versos del Libro del Buen Amor y sus ejemplos y chanzas tienen entretenida a la parroquia.
Cada fin de semana, Crisanta María de Turrón, después de impartir clases en la Universidad de Alcalá, parte hacia Hita y el Arcipreste revive con ella hasta que en 1955 pasó a encontrarse con la deidad que le correspondiese.

1 comentario:

  1. Magnífico, Tolya. Y ese final, "pasó a encontrarse con la deidad que le correspondiese", magistral. Qué forma de expresar que estiró la pata!

    Y pensar que yo me había quedado en el Congo y casi me pierdo este!

    Feliz tarde

    Bisous

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