miércoles, 9 de mayo de 2012

Karpov

Qué tío, qué tío, qué tío. Tiene una historia para todo. Llevamos aquí ya por lo menos tres horas con la partida, y cada vez que le toca mover se enrolla, empieza a explicarme que si una vez en Suiza, que si jugando contra Capablanca, que si iba en coche camino de Amsterdam, que si le paró la policía en un puesto de Budapest cuando la cosa estaba fea, que si no vuelve a Nueva York ni atado, que se comió el otro día un bocadillo de chorizo en un torneo español porque él no había probado nunca el chorizo y que pasó una noche malísima y al día siguiente tenía el gusto todavía en la boca y el rival le tuvo que llamar la atención porque le repetía y la virgen... un saco de historias el tío. Me dijeron que lo cogiese de entrenador y yo no sé si voy a aprender mucho de este hombre, ahora, entretenido voy a estar un rato. Venga, otra vez. Ahora me está diciendo que cuando la piezas están ya así que él pierde interés en la partida. Esto me lo ha dicho más de una vez. Dice que a él el ajedrez le interesa sólo en la apertura. Incluso ha llegado alguna vez a decirme que si pudiera, dejaría las piezas siempre colocadas para empezar la partida, sin empezarla. Que la excitación del primer movimiento, de estar a punto de empezar algo, le parece tan sublime que por eso se especializó en las aperturas, porque empezar es lo bonito. Luego, todo lo que viene después, pues si, debes tener más o menos arte, más gracia, más talento, o simplemente que tengas más triquiñuelas que él no me puede enseñar, porque eso no le interesa. Por eso, en cuanto avanzamos, cuando el desarrollo ya está completada y la partida está abierta, el hombre empieza a divagar. Y que él es de blancas. Que jugar al ajedrez con las negras no es jugar. Que tiene que ver con lo de las aperturas. Que si empiezas, empiezas. Pero eso de jugar a la contra no es jugar. Qué cabezas. Me he tenido que hacer unas tostaditas o algo porque si no me iba a dar un desmayo. Tenía un desconsuelo que para qué. Porque habíamos quedado en que estábamos hoy un par de horas y lo dejábamos para no estresarnos mucho de cara a lo que vendrá, pero no hay manera. Pero me gusta, porque me distrae. Lo que me cuenta, aunque él no lo sepa, me sirve. No sé de qué, porque no lo sé explicar, pero me sirve. El caso es que en las últimas partidas, cuando entro en la sala, cuando me siento, cuando ya veo las piezas colocadas y paso la mano así por encima como para ponerlas bien me encuentro como si estuviera en una nube. Bueno, no en una nube, tengo una sensación como de estar en suspenso. Luego, cuando ya comienza la partida, estoy como más liberado, no tengo tanta presión. Empieza la partida, los primeros movimientos y estoy en la cumbre y luego me parece que es el otro el que le está dando una importancia al entrejuego que no es tal. Osea, que si, que me está sirviendo de algo. El otro día casi palmo y todo en un partida porque pensaba en tipos de tierra para las macetas y en cambiar un tiesto de sitio, y eso que yo y las macetas estamos peleados desde siempre, pero mira, pensando, pensando, me tuvo que decir el otro que qué. Ya está. Ya empieza otra vez. Que si antes fumaba, pero que en un torneo de Copenhague se olvidó el tabaco ruso en una maleta que no se llevó y que antes que fumar tabaco de allí prefirió no fumar y que ahora ya no fuma. Espera, que se está confesando. Que a lo mejor no tiene nada que ver, dice, pero que es posible que desde que no fuma hable más. Madre de dios. No sé para qué me he hecho una rebanada con mermelada si a mi no me gusta y él tampoco está comiendo nada. Qué hombre, qué cháchara tiene.

5 comentarios:

  1. hay diferentes tipos de tierra para las macetas? lo que aprende una!

    en realidad desde que sé leer chino no me he quedado más ancha, pero sí bastante más miope...

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  2. Bueno, al menos parece que ha sobrevivido usted al yogur caducado y los huevos rancios, que hasta se encuentra en condiciones de intentar una partida. Pero como piense en macetas mientras tanto, lo lleva claro, oiga.
    Mire qué joven era usted entonces, Tolya.

    Feliz día

    Bisous

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  3. Genial Karpov y la cháchara no tiene precio. Creía que el ajedrez se jugaba sin que se oyera el vuelo de una mosca:-)
    Una conversación que enriquece a cualquiera
    Un abrazo

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