miércoles, 30 de mayo de 2012

Contra Gregoire Fontdemeulón

No es muy habitual que nos remitamos a la obra de un autor como Gregoire Fontdemeulón, pero hay momentos en los que no queda más remedio que claudicar y hacer de tripas corazón. Del insoportable francesito extraemos un pequeño relatito, llamado 'Al volante, guapa' incluido en su volumen titulado 'En mis cavilaciones, la sombra'. Si a mitad de texto deciden dejarlo pasar, no serían los primeros. Nosotros no hemos tenido más remedio que incluirlo aquí, no por gusto, insistimos, si no por que no ha quedado otra salida. Hemos decidido que aparezca aquí por que, como siempre, nos sirve de ejemplo para un tema que nos parece que guarda cierta similitud con lo que comentamos en alguna ocasión. Bueno, ahí va. Les advierto que a nosotros, Gregoire Fontdemeulón no nos ha hecho nada personalmente. No guardamos contra él ningún tipo de animadversión o inquina personal. No, en absoluto. Nunca hemos tenido el gusto ni el disgusto de coincidir con él en ningún espacio, y tampoco nos hemos querido dirigir a él de ninguna manera, ni por escrito, ni por... ¿de qué otra manera podríamos dirigirnos a él? No sé. Podríamos haber quedado todos debajo de su balcón y haberle cantado una serenata demostrándole nuestra repulsa, la grima que nos dan sus textos, su trabajo, incluso su pose a la hora de presentarnos sus obras. Nada contra su persona, pero sí contra su personaje. Si, contra su personaje. Porque Gregoire Fontdemeulón es un personaje, no puede ser que una persona, un ser humano de carne y hueso, pueda ser como Fontdemeulón se nos presenta. No puede ser verdad. ¿Ustedes lo han visto en sus intervenciones en el programa de la televisión pública? Cuando la periodista le consulta sobre algún aspecto de la vida, de la actualidad, se hace el tonto, parece que no sabe, que no entiende, se va por las ramas, se columpia, empieza a divagar, a hablar de antiguas culturas, de personajes que a él le fascinan, de asuntos relacionados con obras que está preparando y no dice ni pío de lo que tenía que decir. Y encima la pareja presentadora lo miran arrobados, atontolinados, como si estuviera impartiendo una clase magistral y no está diciendo nada. De nada. No se moja. No sabemos todavía si es de los nuestros o de los otros. Les explico una. Nada, dentro de nada, les colocamos el relatito de marras, pero es que es una que se sale de la tabla. El otro día estábamos todos reunidos en casa viendo una película, un peliculón de Ramoncito Cabárcenero, el autor colombiano de 'Sulicalpa no está cerca' y de 'Bombines y bigotes'... pero ahora no recuerdo qué película era. También ya me vale, se me van las cosas de la cabeza. Me pongo a hablar y se me va de las manos el asunto. No sé. Ahora ya no sé si contárselo o no, porque igual les estoy haciendo perder el tiempo. Se lo cuento de todas maneras porque si no, reviento. De verdad. Estábamos viendo la película y en una escena uno de los protagonistas aparece en una librería de Bogotá ojeando un libro de Gregoire Fontdemeulón y ponía cara de interés manifiesto. Entonces llegaba una atractiva dependienta y le decía al protagonista que ese libro le había encantado y que se lo recomendaba, como hacen todos los libreros y libreras del mundo. Y entonces el protagonista ponía la misma cara de interesante que Gregoire Fontdemeulón y le decía 'los antiguos griegos, no los de ahora, ni los de la edad media, no, los antiguos griegos consideraban que el gusto era un beneficio de los dioses y que no era apropiado airearlo demasiado porque pudiera ser que...', y la chica inmediatamente le daba la espalda y se iba. ¿Si o no? Vaya pulla, amigos. Me imagino a Gregoire Fontdemeulón retorciéndose en su sillón. Mira, una rima involuntaria. Bueno, ya con la hora que es... aplazamos lo del texto y lo comentamos mañana ¿no?

2 comentarios:

  1. Mire, para que Gregoire no rime en prosa, que siempre queda muy mal, puede usted sentarlo en una silla en lugar de en un sillón. Las hay muy cómodas, así con brazos, para que se pueda retorcer bien. Un sofá no, ya quedaría excesivo. Los objetos no deben ser más grandes que el protagonista que se quiere destacar.

    Así que todos los libreros del mundo dicen que el libro les ha encantado y se lo recomienda? Vaya, pues conozco a uno que cuando vas a pedirle un libro, te hace un interrogatorio: quiere saber si es para ti o para regalo, si es para regalo qué edad tiene la persona y una serie de cosas. Y normalmente concluye con un "no, ese no le va a gustar". Recuerdo una vez, hace muchos, que estando yo en la librería, una señora insistía en comprar un determinado libro en contra de la opinión del libero, y entonces él zanjó el asunto con un "pues yo no se lo vendo". Así, como suena.

    Bueno, pues cuando todo el mundo va a la quiebra, el buen hombre, que imagino a punto de jubilarse, aún mantiene su pequeña librería. Es que es alguien de fiar, comprende? Es honesto, y además mucha gente le pide consejo. No solo vende libros, sino que además tiene el detalle de leerlos.

    Feliz tarde, monsieur

    Bisous

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  2. Dient-se el relatito 'Al volante, guapa' i sent aquest Sr.com diu vostè que és, no tingui pressa en explicar-lo...

    Petons!
    :)

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