miércoles, 22 de febrero de 2012

El día que tembló la Panrico




'Pues llegas y te sientan en una mesa y te van dando yogures de todos los sabores, los que quieras...'. 'Y nos dieron una bolsa llena de pastas'. 'Y nos iban dando cacaolats a todos...'.


Jamás ha estado tan cerca la Panrico de verse reducida a cenizas que cuando nos llevaron de excursión con el colegio a visitar sus instalaciones. Iríamos nosotros a cuarto o quinto de EGB y durante años los chavales más mayores nos habían ido calentando la cabeza con las excelencias de las visitas a las empresas. La visita a la Danone, la visita a la Panrico, a la Cacaolat... Todos venían diciendo que se habían puesto ciegos, que habían comido, que les habían dado, que era como entrar en un parque temático del chocolate y las pastas, de los yogures y las natillas, que todo era maravilloso. Así que esperábamos todos ansiosos a que llegase el día en el que la Directora nos anunciase que había llegado el día. Y ese día llegó. 'Señores y señoritas, tal día nos vamos de excursión a la Panrico'.


Nuestra clase por entonces debería estar compuesta por alrededor de unos cuarenta o cuarenta y cinco individuos, que si cada uno por separado ya podía resultar cargante, no diré lo que podía ser la manada al completo. Nuestra experiencia en cuanto a excursiones se limitaba a las del Zoo y Parque de la Ciudadela, donde podíamos desarrollar todo nuestro potencial. La excursión a la Panrico se presentaba como un salto a la madurez. Ya no éramos niños, pasábamos a ser hombrecitos y mujercitas que iban a disfrutar de las ventajas de la civilización y el progreso empresarial. Íbamos a contemplar en vivo cómo se hacían esas delicias que muy de vez en cuando nuestras madres nos compraban (en mi casi nunca o nunca). Sin embargo, la Directora, que ya nos conocía, nos advirtió que no iba a tolerar desmanes, malos comportamientos, rebeldías, ni nada parecido. Que nos jugábamos futuras excursiones. Que nos portásemos bien.


Pues nada. Nos dirigimos a Santa Perpètua de la Moguda en autocar. Muchos no habíamos desayunado pensando en la bacanal que nos esperaba en aquel santuario del chocolate. Muchos años después, viendo Charlie y la fábrica de chocolate... en fin.


Cuando llegamos allí, no nos recibieron dándonos cosas, pastas, un pequeño tentempié, un algo, si no que comenzó un paseo por las instalaciones de la empresa. Por aquí, por allí. Runrún. Cierto malestar. No sé quién empezaría, pero alguien tuvo que soltar lo de '¿cuando desayunamos?'. No estábamos para explicaciones sobre la historia de la fábrica, sobre tontunas empresariales. Teníamos diez, once o doce años y sólo queríamos comer. ¿Era tan difícil entenderlo? La rebelión estalla cuando al cabo de una hora de paseos, nos llevan a la planta donde 'hacen' los bollicaos, los donuts, todas las pastas de nuestros sueños. Vemos las máquinas esas por las que pasan los bollos y las mangueras con el chocolate que los penetran. Vemos los chorros de chocolate que pasan por encima de los donuts. Vemos los baños de chocolate que le dan a los phoskitos. El Pepe, creo que fue él, rompe el hielo y mete el dedo en uno de los chorros de chocolate. Detrás de él, la marabunta. La revolución.


¡Tenemos hambre! ¡Queremos comer! De repente, nos unimos todos en un coro de peticiones. Queremos comer, queremos comer, queremos comer. Cuarenta niños gritando, el señor o la señora de la Panrico mirando a la Directora con cara de... ¿y esto? Y la Directora de todos los colores. Queremos comer. Tenemos hambre. Tenemos hambre. Y a nuestro alrededor un festival de pastas que nos pasan por arriba, por abajo, por los lados. Chocolate, pastas, bollicaos, donuts. De todo. Y nosotros sin desayunar. Y queremos comer. No queremos sufrir más. Queremos comer. Queremos comer. Tenemos hambre.


Por si fuera poco edificante la escena, de repente el Isi descubre unas bolsas repletas de muñequitos del He-Man. Eran los muñequitos que salían en los phoskitos, creo. El Isi sale disparado hacia las bolsas y se tira en plancha hacia ellas. Mete la mano hasta el fondo y saca muñequitos que se mete en los bolsillos, en los calcetines, donde fuera. Y detrás de él, todos. Todos. A por las bolsas. Unos encima de otros. Sin orden. Desbandada. Unos siguen con su protesta contra el hambre. Otros van a por los muñecos. La Directora está apabullada. Sabemos que nos estamos pasando pero nos da igual. Qué caos, qué jolgorio, qué revuelta, qué imagen.


Nos habían prometido el Paraíso y nos lo vamos a llevar por las buenas o por las malas. Qué risas, qué fantástica mañana, con los calcetines y calzoncillos llenos de He-man y skeletors. Cuando acaba el paseo infausto, nos llevan a la salida y unos operarios nos dan una bolsa con donettes, bollicaos y donuts. Tampoco demasiados. Y como tampoco eran demasiados no tardamos ni un segundo en hacerlo notar. 'Qué poco'. Y el coro de 'Qué poco', se hace clamor. Más vergüenza para la Directora.


Nos volvemos al autocar y allí la Directora descarga su furia. Nos llama de todo y nos dice que es la última vez que salimos de excursión. Que nunca más. Y así fue. Nunca más. No volvimos de visita a ningún sitio. Tan sólo una vez, ya casi al final de la EGB nos llevaron a la Revlon, pero porque ya teníamos todos bigote prácticamente y bajo serias advertencias de que cualquier mínimo pollo nos dejaba sin viaje de fin de curso, y nos portamos.


El día de la Panrico no lo olvidamos jamás. Qué fantástica mañana.


Visto el chantaje patronal al que someten a han sometido a los empleados de la Panrico últimamente, teníamos que haber hecho la gracia completa y haberle metido fuego a la fábrica, copón. En nombre de mis compañeros, que tuvimos en nuestras manos su futuro, nos solidarizamos con ellos. Ya han votado que si a la reducción de todo. Solidaridad. Pero no olvidamos. Seguimos teniendo hambre.

4 comentarios:

  1. Y más que tendremos todos, porque siguen pintando bastos. Hasta yo, que soy reconocidamente pacifista, siento unas ganas tremendas de partirle la cara a alguien y mandarlo después a Laponia con la cara rota.

    Bueno, siempre nos quedarán los recuerdos. Feliz día, monsieur.

    Bisous

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  2. Recordo que jo em vaig posar malalta el dia de "L'EXCURSIÓ", en majúscules, que ara no recordo a on era... :|

    ptns!!

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  3. Tenga, Tolya, para ir ambientándose, porque uno no puede presentarse en los sitios así a la buena de dios:

    http://www.youtube.com/watch?v=Ie4ExRu5hdE&feature=related

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  4. Qué marqueting Panrico! Enseñando las instalaciones a consumidores en potencia. La droga. Dame veneno que quiero morir.
    A mi me llevaron a la fábrica de galletas María,que también hacían las Chiquilín. Lo que recuerdo es que apestaba. Y sí, a la salida nos dieron un paquete mini con galletas. Y bueno, qué menos, después de haber aguantado la matraca. Y no se acabaron, porque para comerse las galletas maría, así, a palo seco, sin un vasito de leche, sin una onza de chocolate, hacía falta hambre, pero hambre de verdad.

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